Tú quisiste llamarme hermano, Carlos,
y a Fortunato, Chay y Juventino;
hermanados, partimos pan y vino,
y ayunos que sabías endulzarlos.
Los pesos y pesares, tú, al contarlos,
volviste épicas y autos sorjuaninos.
Las hambres y los fríos, cual molinos
revelaste; y festivo fue enfrentarlos.
Pandémicos corsarios te vencieron,
a eterno viaje enviaron tu piragua;
mas tu fiesta y leyenda, no pudieron;
y a tu viaje, Asunción dio calmas aguas;
mas volverá tu risa cada enero,
a dar fuego a tus famas y a tus Fraguas.