Rocco Buttiglione reflexiona sobre el papel del catolicismo en la democracia moderna
En el marco de los XIX Encuentros de Centros de Cultura, el Dr. Rocco Buttiglione, recientemente investido como Doctor Honoris Causa el 18 de agosto de 2025, compartió sus reflexiones sobre la contribución del pensamiento católico a la democracia contemporánea y los desafíos que enfrenta la fe en un mundo cada vez más secularizado.
Durante esta entrevista con UPRESS, Buttiglione señaló que la primera y más fundamental aportación del cristianismo a la democracia moderna radica en el concepto de la Trinidad, una idea estudiada por el teólogo Eric Peterson. Según explicó, "la idea de Trinidad es una idea nueva: es la idea que uno es parte y al mismo tiempo sigue siendo uno mismo".
El filósofo italiano contrastó esta visión con la del mundo antiguo, donde "el sujeto humano está considerado solo al interior del grupo familiar y del grupo social, no existe como sujeto sino como parte". Citando a Aristóteles, recordó que en la antigüedad "el bien de la totalidad es más importante que el bien del individuo".
A diferencia de la democracia antigua que no reconocía los derechos individuales, Buttiglione explicó que la democracia moderna surge de esta concepción cristiana donde cada persona mantiene su identidad mientras forma parte de una comunidad más amplia. "Podemos ser uno, manteniendo cada uno su identidad, creciendo en su identidad como en el matrimonio", afirmó.
Esta visión trinitaria permite reconciliar la tensión entre individuo y comunidad, un conflicto que en la historia antigua culminaba a menudo con la subordinación del individuo, como en "la historia de Sócrates", donde "el individuo se opone a la comunidad y la comunidad lo mata".
Sobre el papel del político católico, el Dr. Buttiglione compartió una enseñanza recibida del Papa Juan Pablo II: "No debes decir 'es así porque el Papa lo dice', debes decir 'el Papa lo dice porque es así', y tienes que explicarlo sobre la base de la experiencia de la vida".
Buttiglione enfatizó que "si la fe no es vida, no tiene derecho de palabra en la política, pero la fe que es vida, tiene el derecho de palabra". Para ilustrar este punto, compartió su experiencia en el Parlamento italiano durante un debate sobre la eutanasia.
En lugar de argumentar desde la doctrina, relató cómo había sostenido en sus brazos a una persona que pedía morir. "Lo que ella realmente quería decir era 'no puedo vivir de esta manera, ayúdame a vivir de otra manera'". Tras recibir ayuda, "hoy vive y es feliz". Esta experiencia personal le permitió defender una posición basada no en argumentos dogmáticos sino en una comprensión profunda del sufrimiento humano, adquirida durante su juventud como enfermero voluntario en Turín.
Ante los desafíos de la secularización, Buttiglione destacó que este proceso representa también "la ocasión de recuperar la verdad de la fe". Explicó que "la fe siempre se expresa en formas humanas concretas" que no son perfectas, y ante los desafíos actuales "tienes que recuperar el sentido originario, el valor, y encontrar las formas nuevas en que el valor se expresa hoy".
Con una perspectiva histórica, el filósofo recordó que "la Iglesia ya ha muerto muchas veces en la historia". Mencionó cómo tras la caída de la civilización romana en el siglo VI, "Dios la resucitó enviando a San Benito, San Cirilo, San Patricio". Lo mismo ocurrió en el siglo XII con San Francisco y Santo Domingo, y en el siglo XVI con Santa Teresa, San Carlos Borromeo y San Felipe Neri. "Puede ser que muera nuevamente", reconoció, "pero es muy posible que Dios la resucite nuevamente".
Finalmente, sobre el papel de los laicos en la construcción democrática, Buttiglione invitó a "salir del templo" y vivir la fe en comunidad. "La fe me dice que somos una cosa sola tú y yo, manteniendo cada uno su individualidad. Y si somos una cosa, yo tengo un interés vivo para tu vida, para que tú vivas".
Este compromiso se traduce en "utilizar mi tiempo, mi dinero, mi creatividad" para construir comunidades donde todos puedan ser miembros, "especialmente los pobres". Citó como ejemplo la experiencia italiana de cooperativas de crédito y empresas sociales que crearon "una especie de sociedad alternativa" donde se vive "según la verdad, no como individuos aislados, sino como comunidad".
Buttiglione destacó que esta nueva sociedad no se construye "desde arriba tomando el poder para imponer una ley cristiana", sino "desde abajo", siguiendo el ejemplo de Nomadelfia, una comunidad fundada por un sacerdote italiano donde "la fraternidad es ley, no por imposición, sino como expansión natural de la eucaristía, de la comunión cristiana".
En conclusión, Rocco Buttiglione ofrece una visión del catolicismo que, lejos de oponerse a la democracia moderna, la enriquece y fundamenta desde su concepción trinitaria de la persona. Su mensaje resuena con particular fuerza en el contexto actual, donde las instituciones democráticas enfrentan crisis de legitimidad y el individualismo amenaza el tejido social. La invitación de Buttiglione a construir comunidades inclusivas desde abajo, viviendo la fe no como una imposición sino como una experiencia transformadora, representa un camino esperanzador para quienes buscan reconciliar su compromiso político con sus convicciones religiosas en un mundo cada vez más complejo y diverso.