“Trabajar en equipo fue una gran experiencia. Compartir la información, delegar, asumir responsabilidades frente a los compañeros, ayuda a recordar que la labor de docente no es un tema de aislamiento sino de comunidad.”
Aventurarse a innovar y a generar cambios en prácticas ya asentadas en nuestro proceder como docentes no siempre es fácil. La inseguridad que provoca aceptar nuevos métodos y nuevas formas nos provoca, a veces inconscientemente, desaprovechar oportunidades de crecimiento personal y profesional.
Esta es la primera reflexión. Poder trabajar con el Centro de Innovación del Aprendizaje en el diseño y aplicación de un curso ya muy trabajado por mí, me ayudó a forzarme a actuar de manera distinta a como lo había hecho en los últimos cursos de la misma asignatura. Volver a pensar en los contenidos, en los propósitos y fundamentos de esta, por encima de mis rutinas, fue sin duda importante.
Así mismo, trabajar en equipo fue una gran experiencia. Compartir la información, delegar, asumir responsabilidades frente a los compañeros, ayuda a recordar que la labor de docente no es un tema de aislamiento sino de comunidad.
La planeación en equipo ayuda también a ser más ordenado, a tener claro los objetivos y propósitos de cada sesión. Te obliga a dejar de lado lo accidental y centrarte en lo sustantivo. En este curso alcancé las metas con mayor profundidad y avancé más en el programa temático que en los cursos en los que estuve solo.
Aceptar las sugerencias de CENIA para utilizar herramientas tecnológicas y dejar de lado formas tradicionales de impartir cátedra también fue muy importante. El curso se volvió mucho más atractivo para los alumnos, se utilizan lenguajes tecnológicos que ellos entienden y que estiman, provocando mayor interés en la asignatura.
No omito mencionar la relevancia que tuvo el poder contar con un profesor adjunto para el apoyo en la calificación de las actividades, tareas y trabajos en un grupo mayor a treinta personas. Sin dicho apoyo, la planeación y la impartición de las clases no pudieran ser óptimos.
La cantidad de actividades antes, durante y después de cada clase exigen un compromiso mucho mayor de los alumnos con la materia. Sin duda son exigidos con mayor intensidad que en otros cursos, pero la respuesta es generalmente muy aceptable. Sin darse cuenta, los alumnos se “meten” a la materia, la disfrutan y les reta.
No dejo de lado que algunos no se suman a la intensa dinámica y empiezan a atrasarse. La exigencia hace que algunos destaquen, se superen y alcancen incluso una mayor satisfacción personal. Otros, hay que decirlo, no logran ponerse al día y repercute en su nota final. Es decir, la materia no es un “flancito” pero se cumplen a cabalidad los objetivos.
Un curso en Multientornos exige una mayor organización de las ponderaciones en calificaciones para que se programe mucho mejor las calificaciones en la herramienta de blackboard, ese es también un gran reto de este diseño.
En conclusión, celebro haber participado en esta experiencia multientorno. Salí enriquecido en mi práctica como docente y lo más importante, se obtuvo un exitoso curso con experiencias significativas para los alumnos que hacen que la asignatura se convierta en atractiva, útil y memorable para ellos.