Un ejemplo de congruencia hasta el martirio: el caso de John Fisher
17/06/2024
Autor: Dr. Herminio S. de la Barquera y A.
Foto: Profesor Investigador Escuela de Relaciones Internacionales

En tiempos de confusión en las ideas políticas y de falta de orientación tanto en el pueblo como en los gobernantes, suele ser muy difícil mantener el rumbo y no dejarse llevar por lo que la mayoría dice, piensa y hace. La frase “Vox populis, vox Dei” es injusta, por achacarle a Dios las decisiones, no siempre correctas o atinadas, de las personas. John Fisher es precisamente un ejemplo de congruencia, de compromiso con la verdad, de responsabilidad en el ejercicio de un cargo, de valentía frente a la tiranía y de conciencia en el cumplimiento del deber sin importar las consecuencias que ello pueda acarrear. En tiempos en los que el sentido del deber nos impele a ir en contra de lo que la mayoría de las personas piensa -máxime en épocas en las que gobiernan los tiranos-, debemos saber que el precio puede ser incluso la vida misma.

John Fisher perteneció a ese grupo selecto de personas que no se achican ante los poderosos, sino que, por el contrario, se crecen ante la injusticia y la arbitrariedad, aunque estén respaldadas por el pueblo. Este personaje nació en 1469 en Yorkshire (Inglaterra) y murió el 22 de junio de 1535 en Londres. Estudió desde 1483 en Cambridge y en 1491 fue ordenado sacerdote, gracias a una dispensa especial debido a que aún no cumplía la edad reglamentaria para la ordenación. En 1501 le fue otorgado el grado de Doctor en Teología y fue nombrado vicecanciller de la ya para entonces prestigiada Universidad de Cambridge. Dos años después, el joven sacerdote fue nombrado canciller de la institución y diez años después, en 1514, se convirtió en canciller vitalicio.

Su labor al frente de la universidad fue extraordinaria, por lo que la importancia y el prestigio de la institución crecieron felizmente. Dado que Fisher era el confesor de Isabel de York (1466-1503), la madre del rey Enrique VIII (1491-1547), logró que ella le apoyara para la creación de una cátedra de teología y en la fundación del célebre “Christ´s College” en 1505 y del “St. John´s College seis años después. Fisher se convirtió pronto en uno de los humanistas más destacados de Inglaterra, así que no es de extrañar que llamara a Erasmo de Rotterdam (1466-1536), afamado filósofo y teólogo, para que le auxiliara en las tareas para la reforma de la universidad. Como ya era normal en esa época, los contactos con otros humanistas también caracterizaron a Fisher, quien mantenía con muchos de ellos una viva correspondencia.

En 1504, John Fisher fue consagrado como obispo de Rochester, a pesar de lo cual siguió con su trabajo en la universidad de Cambridge. En su calidad de obispo, Fisher promovió reformas necesarias para la labor de los sacerdotes. Cuando, años más adelante, estalló el movimiento luterano en Alemania (1517), el obispo inglés se pronunció en contra de las enseñanzas propagadas por Martin Luther (1483-1546), publicando escritos muy acertados, como, por ejemplo: Assertionis Lutheranae Confutation (1523), Sacri Sacerdotii Defensio (1525) y De Veritate Corporis et Sanguinis Christi in Eucharistia (1527). Los argumentos esgrimidos en estos documentos estaban basados sobre todo en la Biblia, y fueron de tal fuerza y contundencia, que fueron empleados por el Concilio de Trento (1545-1563) para fundamentar muchas de sus resoluciones.

Como confesor de Catalina de Aragón, esposa de Enrique VIII, el obispo se opuso al divorcio promovido por el rey inglés en 1527. Después de que Fisher se negara a prestar juramento para declarar inválido el matrimonio existente del rey en 1534 y ese mismo año, junto con Thomas More, no reconociera la supremacía real decidida por el Parlamento, que declaró al rey jefe de la Iglesia inglesa (anglicana), ambos fueron encarcelados en la Torre de Londres por órdenes de Enrique VIII. More (Tomás Moro) había ocupado altos cargos en el gobierno de la corona. En mayo de 1535, el Papa Pablo III nombró a Fisher cardenal de la Iglesia, en reconocimiento a su lealtad y convicción. Se dice que el rey inglés se burló de este reconocimiento desde Roma, diciendo que de nada le serviría a Fisher el sombrero de cardenal, puesto que su cabeza pronto rodaría.

Y así fue: un mes después comenzó el juicio contra Fisher, quien fue declarado culpable de traición al rey. En atención a su deteriorado estado de salud, no fue torturado, sino “sólo” decapitado, el 22 de junio de 1535. Su cabeza fue exhibida, como era costumbre, para el escarnio público, pero atrajo a tanta gente, que fue arrojada al río Támesis un par de semanas después. Su compañero de martirio, Tomás Moro, fue ejecutado unos días después que Fisher, el 6 de julio. Ambos fueron leales servidores del rey y de la corona, pero, puestos ante la decisión, fueron más leales a Dios y a la Iglesia. Esta decisión fue la que acarreó su muerte.

John Fisher y Thomas More fueron beatificados en 1886 por el papa León XIII; en 1935, cuatrocientos años después de su ejecución, ambos mártires fueron elevados a los altares por Pío XI. La festividad de estos valerosos santos ingleses se conmemora en la Iglesia Católica el 22 de junio, mientras que la Iglesia Anglicana (cuya legitimidad ambos rechazaron hasta la muerte) ha fijado su fiesta el 6 de julio. Santo Tomás, además, fue declarado por S.S. Juan Pablo II patrono de los políticos, en el año 2000, en vista de que había ocupado elevados cargos en el gobierno de Enrique VIII y de su lealtad a sus convicciones. John Fisher no ocupó cargos políticos de la misma importancia que su compañero de martirio, pero demostró, al igual que él, la misma templanza, convicción y congruencia ante la adversidad. Sin importarle que el rey, sus funcionarios y una buena parte del pueblo inglés se manifestaran a favor del rompimiento con la Iglesia de Roma, los dos mártires se mantuvieron firmes y no se doblaron ante la inminente pena de muerte.

Así que las decisiones de la mayoría, no por haber sido tomadas por una mayoría, resultan siempre ser justas o correctas. John Fisher (fisher es “pescador”, en inglés) es un ejemplo válido hasta nuestros días de la importancia de actuar siempre de acuerdo a la conciencia y mirando por el bien general, por lo que siempre fue fiel al lema de su escudo episcopal, que lo orientó en todo momento como propagador y defensor de su fe: “Os haré pescadores de hombres” (Faciam vos fieri piscatores hominum).