Las Voces de Ingenierías: Las aportaciones de la Ingeniería Civil para el desarrollo de México (2)
21/02/2023
Autor: Dr. Eduardo Ismael Hernández
Cargo: Profesor e Investigador, Escuela de Ingeniería Civil

A manera de introducción, haré referencia a los cinco terremotos ocurridos en Turquía y Siria hace unos días y que, desafortunadamente, generaron la pérdida de más de 34000 vidas, al menos el doble de esta cifra de heridos y miles de edificios colapsados. Por ello, estos países sufrirán una crisis humanitaria sin precedentes, un retroceso en su desarrollo y les costará cuantiosos recursos para recuperarse en el futuro cercano. 

El Dr. Emilio Rosenblueth Deutsch (1926-1994), ingeniero civil mexicano considerado padre de la Ingeniería Sísmica, propuso el 10 de mayo de 1976 que “El Pueblo desarrollado no es el que tiene grandes recursos; es el que sabe usarlos e invertirlos”[1]. Además, para lograr el anhelado desarrollo de nuestro País, como mexicanos deberíamos concordar en qué es desarrollo, y eliminar los obstáculos que lo impiden. Por lo anterior, surge la pregunta: ¿Qué aportaciones da la Ingeniería Civil para el desarrollo de un pueblo? La respuesta se puede encontrar en uno de sus objetivos actuales: lograr el bienestar presente y futuro de esta generación y de las venideras (desarrollo sostenible). Sin embargo, la mera acumulación de recursos no conduce a lo anterior pues también se requiere la capacitación de los ciudadanos. Según el Ing. Rosenblueth, la capacitación misma de los individuos constituye el desarrollo, mientras que el subdesarrollo radica en la actitud de los habitantes, no en el territorio que habitan. Otro gran Ingeniero Civil y fundador del Instituto de Ingeniería de la UNAM, el Dr. José Luis Sánchez Bibriesca (1927-2002), reconocido por ser un tecnólogo aficionado por las humanidades, estaba convencido de que la Ingeniería Civil, además de ayudar a transformar la naturaleza en beneficio de la humanidad, también debe servir para crear las condiciones que hagan la “vida” humana digna de ser vivida [2].

Regresando a los sismos y su relación con el desarrollo de un pueblo, México se encuentra en un contexto sismo-tectónico muy complejo pues hay cinco grandes placas tectónicas interactuando en un sistema que abarca prácticamente a todo el territorio nacional. Así, debemos aceptar que en nuestro país la ocurrencia de temblores es muy alta, lo que representa niveles de riesgo elevados para la sociedad. Según los datos recientes del Servicio Sismológico Nacional, en los tres años de la pandemia se registraron 88713 temblores, de los cuales 106 fueron con una magnitud mayor o igual a 5.0, y al menos hubo uno cada año que superó la magnitud de 7.0. Ante este peligro sísmico, las construcciones y edificaciones pueden resultar dañadas, lo que hace necesaria la implementación de estrategias que permitan un verdadero desarrollo, reduciendo el grado de vulnerabilidad (probabilidad de que las edificaciones puedan sufrir cierto tipo de daño físico producto de un temblor intenso), y con ello reducir el nivel de riesgo sísmico en la sociedad. Desafortunadamente hay evidencia no deseable de los desastres vividos en México; un ejemplo claro es el desastre que generó el temblor del 19 de septiembre de 1985, cuya magnitud (cantidad de energía que puede liberar un sismo) fue estimada en 8.1, generando miles de pérdidas humanas y cientos de edificios colapsados y dañados en la zona epicentral y en el centro del país, incluida la Ciudad de México. Las pérdidas económicas y consecuencias asociadas también han sido muy elevadas y han costado al país miles de millones de pesos.

Entonces, el problema de reducir el nivel de Riesgo Sísmico en México es aún muy complejo, pues no se cuenta con los recursos suficientes para estudiar a fondo las fuentes sísmicas que pueden generar movimientos telúricos intensos. Además, existen millones de construcciones que pueden experimentar daños o colapso ante estos movimientos. Una forma de reducir el impacto nocivo de los temblores sobre la sociedad, en general, y en las construcciones o edificaciones, en lo particular, es contar con esquemas y protocolos para ser capaces de identificar aquellas construcciones o edificaciones susceptibles a sufrir daños o colapso por la ocurrencia de sismos. Estos esquemas deberán incluir un verdadero desarrollo del pueblo, así como cuadros de gente capacitada para tomar las mejores decisiones.

Dr. Eduardo Ismael Hernández

Profesor e Investigador, Escuela de Ingeniería Civil, UPAEP

Contacto: This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

REFERENCIAS

[1] Emilio Rosenblueth: Escritos Selectos, Instituto de Ingeniería, UNAM, 2004. ISBN 968-18-6541-3

[2] José Luis Sánchez Bibriesca: Vida y obra de un tecnólogo aficionado a las humanidades. Ana María Sánchez Mora, Instituto de Ingeniería, UNAM, 2016. ISBN: 978-607-02-7573-9