Las Voces de Ingenierías: Transición energética justa: ¿Pueden los ingenieros liderar la revolución energética sin dejar a nadie atrás?
01/07/2025
Autor: Dr. Mario Alberto López Mendoza
Cargo: Director de Ingeniería Química Industrial

La forma en la que producimos, distribuimos y consumimos energía está en una transformación profunda, impulsada por la urgencia de enfrentar el cambio climático, reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles, y asegurar un acceso equitativo a fuentes de energía limpias, sostenibles y asequibles. Se trata de una necesidad tecnológica, pero también ética, social, e incluso, económica, ya que la transición hacia energías más limpias plantea preguntas críticas sobre la justicia, la equidad y la sostenibilidad. La transición energética no es una moda, es el mayor proyecto de ingeniería de este siglo, y si lo hacemos bien, no solo podremos mitigar el cambio climático, sino también generar empleo, fortalecer nuestras economías, y mejorar la calidad de vida de millones de personas.

Las ingenieras y los ingenieros estamos en el corazón de esta revolución energética: desde el diseño de parques solares flotantes en Singapur, hasta la producción de hidrógeno verde en Chile o los sistemas de almacenamiento de energía térmica en Dinamarca, nuestros talentos están haciendo posible el diseño de soluciones técnicas que respondan a las necesidades de la transición energética, aunque aún no a la velocidad necesaria. Sin embargo, la transición energética implica mucho más que cambiar carbón por energía solar, o petróleo por turbinas eólicas. Requiere reimaginar y rediseñar sistemas completos: redes inteligentes, almacenamiento eficiente, producción limpia de hidrógeno, integración de bioenergías, electrificación del transporte, eficiencia en procesos industriales, e incluso la redefinición de cómo construimos nuestras ciudades y gestionamos nuestros residuos. Esto se dice fácil, pero representa un reto sumamente complejo, ya que más allá de los retos técnicos están los enormes retos éticos que ello representa.

La transición energética debe ser justa e inclusiva. Como he mencionado, no se trata solo de instalar paneles solares o turbinas eólicas, se trata de garantizar que las comunidades que han vivido históricamente de la industria fósil no queden atrás, que los beneficios de esta transformación lleguen a todos los sectores de la población, que la innovación tecnológica se ponga al servicio de un desarrollo más equitativo, así como de evitar replicar formas de extracción destructiva en nombre de lo verde. Ejemplo de este reto son los conflictos sociales, ambientales y políticos originados en diversas regiones del planeta, a raíz de los proyectos para la extracción y suministro de materiales estratégicos, como el litio o las tierras raras.

Aquí es donde la ingeniería cobra protagonismo. La ingeniería no solo debe adaptarse a este nuevo escenario; debe liderarlo. Las universidades debemos formar profesionales capaces de integrar conocimientos interdisciplinarios: termodinámica con economía circular, transferencia de calor con análisis de ciclo de vida, catalizadores con políticas energéticas, simulación de procesos con sostenibilidad social. Así, para liderar una transición energética justa, los ingenieros debemos salir del laboratorio y acercarnos a la realidad social, escuchando a las comunidades, trabajando con múltiples disciplinas y repensando la sostenibilidad no solo como eficiencia, sino como equilibrio entre lo ecológico, lo económico y lo humano.