Necesario prevenir violencia desde familia, escuela y comunidad
28/11/2025
Autor: Juan Méndez
Foto: Juan Méndez

Importante trabajar desde edades tempranas en programas de educación emocional, empatía, habilidades sociales, regulación emocional y prevención de adicciones, lo que ha demostrado resultados positivos en el desarrollo integral y en la reducción de conductas violentas.

UPAEP, a través de la Facultad de Psicología, invitó a la sociedad a reflexionar sobre la prevención de la violencia. Con la participación de María Isabel Limón Cordero y de Brenda Trejo Torres, profesoras de la Facultad de Psicología, dialogaron sobre el origen de las conductas violentas, sus expresiones, y la importancia de implementar medidas preventivas desde las primeras etapas de la vida.

En su intervención, María Isabel Limón subrayó que las conductas violentas no surgen de manera espontánea, sino que se aprenden y normalizan principalmente en el entorno familiar, el cual forma la primera base de socialización y moldeamiento del comportamiento del niño o la niña.

“La familia representa un entorno significativo. Allí se aprenden patrones de comunicación y relación. Cuando un niño crece en un ambiente donde la agresividad o el maltrato son frecuentes, adopta esas pautas como ‘normales’, y las reproduce en otros espacios como la escuela”, explicó.

La académica destacó que muchas veces estos patrones se transmiten de generación en generación, no solo en la forma de relacionarse, sino también en los roles que se asignan a hombres y mujeres. Asimismo, señaló que esta forma de aprendizaje no se queda dentro del hogar, pues se replica en la escuela y otros entornos sociales, contribuyendo al llamado “círculo de la violencia”.

Por su parte, Brenda Trejo recalcó que la violencia es un fenómeno multifactorial que no puede explicarse únicamente desde la psicología clínica, pues intervienen variables biológicas, sociales, ambientales, emocionales y culturales.

“Se ha estudiado la impulsividad, la empatía, la regulación emocional, la búsqueda de sensaciones o incluso experiencias adversas tempranas. Pero ninguno de estos factores por sí solo determina que una persona será violenta”, señaló.

La académica mencionó que factores como el consumo de sustancias, experiencias traumáticas o la ausencia de habilidades socioemocionales pueden incrementar el riesgo, pero insistió en que la combinación de variables, más que una sola causa, es la que suele estar presente en quienes ejercen violencia.

En cuanto a la prevención, Brenda Trejo destacó la importancia de trabajar desde edades tempranas en programas de educación emocional, empatía, habilidades sociales, regulación emocional y prevención de adicciones, lo que ha demostrado resultados positivos en el desarrollo integral y en la reducción de conductas violentas.

Ante las preguntas de los medios, las especialistas señalaron que existen diversas formas de violencia: física, psicológica, verbal, sexual, económica, laboral, familiar y digital, entre otras.

Respecto al uso del violentómetro, María Isabel Limón indicó que, si bien es una herramienta útil para visibilizar comportamientos violentos, muchas personas no logran reconocerlos porque han sido normalizados o porque existe temor a romper el círculo de violencia.

“No creo que funcione plenamente porque muchas personas no cuentan con redes de apoyo o no identifican que viven violencia. Pero puede ayudar en concientización”, mencionó.

Por su parte, Trejo Torres coincidió en que el violentómetro tiene utilidad principalmente en el nivel de prevención primaria, es decir, en generar conversación, identificar conductas y educar sobre el tema.

Las profesoras de Psicología también abordaron la influencia de las redes sociales, coincidiendo en que estas plataformas abren nuevas vías para ejercer violencia, como el ciberacoso, hostigamiento, difusión de contenido íntimo o agresiones verbales.

“No podemos medir exactamente cuánto influyen, pero sí abren un contexto más donde pueden presentarse estas conductas. La violencia digital es un riesgo real”, indicó Brenda Trejo.

Ambas especialistas sostuvieron que la violencia se presenta en todos los sectores, desde la niñez hasta la adultez mayor, aunque cada grupo tiene manifestaciones distintas:

En niños, se observa principalmente en casos de bullying.

En adolescentes, en relaciones afectivas y entornos escolares.

En adultos, en relaciones de pareja y laborales.

En adultos mayores, a través del abandono o negligencia.

Coincidieron en que no existe un sector único donde se presente más, pues se trata de un fenómeno transversal.

Limón Cordero señaló que uno de los factores que limita la corrección de conductas violentas es la falta de límites claros y estilos de crianza adecuados. Comentó que estilos de crianza permisivos o mal interpretados pueden generar confusión y ausencia de figuras de autoridad saludables.

“Los castigos no funcionan. Solo generan más violencia. Lo que sí funciona es enseñar habilidades de comunicación y resolución de conflictos”, puntualizó.

Brenda Trejo añadió que los castigos pueden tener efectos a corto plazo, pero no resuelven el problema de fondo, y que su impacto depende del contexto y del costo-beneficio de la intervención.

La clave de la prevención es el diálogo, escucha activa y educación emocional. Para cerrar, las especialistas subrayaron que la mejor estrategia de prevención es fortalecer la comunicación dentro de la familia, la escuela y la comunidad.

“Debemos recuperar el diálogo, la escucha activa, enseñar a identificar emociones y poner límites sanos. La prevención no depende solo de las autoridades: empieza en casa y se refuerza en la escuela y la sociedad”, concluyó María Isabel Limón.