Alas de la Memoria, es un espacio de creación literaria de la Facultad de Humanidades, a cargo del profesor Noé Blancas.
Hace algún tiempo, gracias a una amenaza a la humanidad, todos tuvimos que resguardarnos, no podíamos salir a la calle a continuar con nuestra vida; muchos creímos que estaríamos así por poco tiempo, sin embargo, con el paso de los meses, mis esperanzas de salir fueron muriendo lentamente.
Nadie estaba preparado para esta situación, por lo que poco a poco la humanidad fue llegando a su fin, cuando nos avisaron que nadie podía salir, moví un pequeño sillón hacia mi ventana, mi departamento era muy pequeño, tenía sólo una habitación, para mí era perfecto, hasta antes de esta noticia, nunca me llamó la atención mi gran ventana con vista al jardín del apartamento, cada día miraba por la ventana, notando como poco a poco la gente salía menos de sus casas, la calle concurrida que estuvo alguna vez cerca de mí, ahora parecía un río en época de sequía, todo cambió sin darme cuenta, mi hogar poco a poco se quedó en silencio, no había nadie para hacer otro ruido y con el pasar de los días sólo podía añorar mi vida fuera de mi departamento.
Un día, en un acto de desesperación, coloqué un cartel en mi ventana, esperando una respuesta, esperando que alguien siguiera con vida. Mientras pasaban los días, mi desilusión crecía, no veía ninguna respuesta.
Unos días después, con tristeza, decidida a quitar el cartel e intentar distraerme con otras cosas, me acerqué a mi ventana, cuando miré al exterior, un sentimiento que hacía mucho tiempo no había sentido apareció, un alivio y felicidad apreció por todo mi cuerpo, al notar un cartel en una ventana a unas cuantas casas de la mía.
El cartel pertenecía a un chico unos años mayor que yo, a pesar de haber vivido en ese apartamento durante toda mi vida, nunca lo conocí.
Gracias a los carteles pudimos conocernos más, descubrí que él se había mudado unos meses antes de que empezara toda esta tragedia. Además, supe que él tuvo que dejar su hogar para poder seguir estudiando; fue difícil, dijo, pero fue aún más difícil todo este confinamiento por esta emergencia. Me contó que su sueño siempre fue viajar, que su apartamento a unas casas de mi hogar habría sido su punto de partida.
Día tras día me contaba sobre su sueño de viajar, me contaba historias de los lugares que quiere visitar, sobre las personas que quería conocer, siempre lo animaba a cumplir sus sueños una vez que pudiéramos salir.
Nuestro método de comunicación siempre fueron los carteles, la tecnología hacía mucho dejó de funcionar, aunque a veces extrañaba la facilidad para hablar por medio de las tecnologías, debo decir que escribir un cartel fue lo mejor que me pasó durante esta situación.
Yo también le contaba sobre mí, aunque había perdido mis sueños desde hace tiempo, hablar con él e imaginar todos esos bellos lugares, me hacían desear conocerlos, gracias a él pude sobrevivir a toda esa situación.
Un día, mientras revisaba algunas cosas en casa para distraerme, encontré un radio muy viejo y sucio, creí que no funcionaba, pero me sorprendí a escuchar ruidos y voces por el radio, una persona daba las noticias a las 8 p.m. sin falta, esta persona logró conectarse a una frecuencia por poco tiempo, por lo que nos contaba las novedades, después de oír esto, rápidamente fui a contarle sobre el radio, él estaba alegre porque, con el radio podríamos saber sobre las noticias. Aunque, en un inicio le decía lo que oía en la radio y esperábamos salir pronto, con el tiempo nuestras esperanzas se fueron perdiendo, ya que siempre decían que lo mejor era quedarse en casa, aún no sabían la amenaza a la que nos enfrentábamos, no hubo día que no dijeran lo mismo.
Hasta que, un día, escuché la excelente noticia que en unos días podríamos salir finalmente, el confinamiento había terminado, los sobrevivientes podían volver a sus vidas normales. Cuando le conté esta noticia, él se alegró, durante esos días solo podíamos hablar de lo que haríamos una vez saliéramos.
Durante esos días de espera, hablando por carteles, él me pidió acompañarlo en su travesía cuando todo esto terminara, obviamente le dije que sí, yo no tenía a nadie desde hace mucho tiempo, él me acompañó durante todo este tiempo… Recuerdo ese día como si fuera ayer, nunca olvidaré ese atardecer en el que nos despedimos, prometiendo conocernos físicamente al día siguiente…
Luego, todo es confuso, solo recuerdo que, al día siguiente, mientras me preparaba para salir finalmente, después de mucho tiempo, algo en mí me pedía encender la radio, aunque sabía que no habría nada a esa hora, la encendí, no pasó mucho cuando oí a la persona encargada de dar las noticias, esta persona decía que nadie debía salir aún, puesto que habían encontrado una nueva amenaza, fui a la ventada y pegué un cartel para avisarle sobre esta desconocida amenaza y que no podríamos salir aún, que esperara un poco más, pero no hubo respuesta…
Una semana después, la semana más larga de mi vida, pudimos salir. Fui a su departamento, llamé a la puerta muchas veces, pero no escuché ni un sonido, en ese momento tomé la chapa de la puerta y, para mi sorpresa, no estaba bloqueada, decidí avanzar y cruzar la puerta, una vez dentro no vi a nadie, en su momento, al estar tan preocupada por él no me di cuenta de que, ese apartamento parecía inhabitado desde mucho antes del confinamiento.
Estudiante de la Licenciatura en Humanidades y cultural de UPAEP.