-“Septiembre 21, 1945. Esa noche me llegó la muerte”-.
火垂るの墓 (Hotaru no Haka: La Tumba de las Luciérnagas)
[1988]
Conflictos bélicos; a lo largo de la historia de la humanidad podemos encontrar múltiples pugnas dirigidas por un ideal. Muchas de las mismas han sido impulsadas por la desigualdad social o económica como la Revolución Francesa, otras han sido provocadas por la ampliación de territorios, otras, otras han nacido por ideales racistas o extremistas como la Segunda Guerra Mundial.
Mencionando lo anterior, el artículo de hoy girará en torno al último punto; el panorama de este enfrentamiento fue demasiado cruel, brutal e inhumano. En la actualidad, tenemos demasiado presente todo lo que engloba esta hostilidad para no volver a cometer el mismo error.
Dicho esto, hoy día podemos encontrar muchas campañas en las cuales se concientiza al espectador sobre la igualdad, además de decir no a la guerra y al racismo para que todos podamos convivir en paz, sin segregaciones.
Partiendo de esta idea, Isao Takahata (♰) creó una obra maestra dónde expone la crudeza de este evento, visto dese la perspectiva de quienes fueron más vulnerables en este conflicto bélico: los niños.
Sacada a la par que Tonari no Totoro (となりのトトロ: Mi Vecino Totoro), Hotaru no Haka (火垂るの墓) es la tercera producción del Studio Ghibli. Basada en la novela del mismo título de Akiyuki Nosaka; Takahata se inspiró en el escenario vivido en carne propia de su compatriota Nosaka durante este enfrentamiento.
La trama se sitúa en la ciudad de Kōbe en los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial. Dentro de este contexto conocemos a los hermanos Seita y Setsuko; se enfrentan a una realidad muy dura de asimilar para su edad. Ambos quedan huérfanos; primero fallece fue su madre como consecuencia de las quemaduras causadas por los bombardeos hechos por la aviación estadounidense en la ciudad de Kōbe. Posteriormente, su padre perece en el mar junto con la flota japonesa (era capitán de un barco).
Luego del fallecimiento de su madre, ambos se van a vivir con una tía: si me preguntan sobre ella, la podría describir como un ser despreciable, sin corazón, llena de indiferencia, pues, mientras los hermanos se alojaban con ella, la tía los trataba con la punta del zapato e inclusive les negaba comida que ellos mismos habían llevado. Ante esta situación, los hermanos optan por irse de su casa e instalarse en un refugio aéreo abandonado; a partir de aquí las cosas comenzaron a ser difíciles.
La carencia de alimentos, además del vivir por su cuenta hace que Seita se vea obligado a robar comida y saquear las casas durante los ataques aéreos para que su hermana y él puedan nutrirse. Pese a sus esfuerzos, es descubierto; en adición a ello, Setsuko se enferma; Seita la lleva al doctor. El diagnóstico que le da no es alentador; su hermana presenta síntomas de una desnutrición crítica.
Días después, Seita se entera de la rendición de Japón y la destrucción de la flota japonesa cuando acude al banco con la finalidad de sacar los ahorros familiares para poder salvar a su hermana. En su regreso al refugio compra alimentos para que Setusko coma, no obstante, cuando llega se lleva la sorpresa que su hermana ya está alucinando: muere en la noche.
Al otro día, incinera a Setsuko junto a sus pertenencias: guarda las cenizas de su hermana en una cajita de caramelos que Setusko llevaba a todas partes. La historia avanza y llegamos al inicio del filme: aparece Seita en la estación de tren, quien fallece por inanición. A pesar de la vida tan dura que le tocó pasar, cuando cerró sus ojos pudo volver a Setsuko y disfrutar una nueva vida en otro plano astral sin hambre, miedo, huérfano y solo.
Tantas emociones se juntan cuando uno ve esta cinta, pero, principalmente, uno se pone en los zapatos de estos niños; sientes mucha impotencia al saber que no cuentas con nadie que te ayude. Takahata hizo un gran trabajo al retratar la desesperación ante una situación como esta; no es de esperarse que este título cuente con premiaciones y sea catalogada como una película antibelicista. Bendito seas Studio Ghibli.
Recuerda ser empático.