La lluvia
19/01/2024
Autor: Offir Damián Jaimes

Alas de la Memoria es un espacio de creación literaria de la Facultad de Humanidades, a cargo del Mtro. Noé Blancas.

La lluvia es un personaje gris,

que es feliz sólo para desentonar con los demás,

la lluvia va por el mundo esperando

siempre esperando

en la espera disfrutando.

La lluvia se acompaña de relámpagos y truenos para ser feliz,

no se detiene a pensar que asusta a los recién nacidos,

a los que no saben que existe la lluvia,

a quienes no han visto nunca llover,

la lluvia es un tipo frío, triste, lleno de dolor,

siempre se complica la vida

buscando no sé qué,

o se va a una playa de río a mojar la luna,

a soñar a alcanzar las estrellas,

pero su estrella está tan lejos,

y por más que le pide al viento ayuda,

ésta no llega.

La lluvia es un joven que camina las calles de los recuerdos.

La lluvia es un pobre tipo que no se fija qué moja,

qué estropea, qué ropa seca recién lavada vuelve a mojar.

No, no se fija que son sus relámpagos y truenos,

aleja a la alegría de los enamorados en las plazas,

no se percata que cala hasta los huesos

y hay que secarse de sus frías aguas,

no, no sabe cuánto molesta.

A veces la lluvia, consciente de su culpa,

inútilmente pide perdón,

pero para qué, si ya el suelo está convertido en lodo,

y los escolares manchan sus limpios zapatos,

ya que ha enturbiado las cristalinas aguas de los arroyos,

cuando la montaña se ha quedado triste,

por tan terrible tempestad, inaguantable, insoportable.

Sí, la lluvia es un tipo irreverente, con cara de ternura,

que esconde tras de sí todos sus traumas, su coraje contra el viento.

Este tipo de lluvia, desesperado sólo busca una verde montaña,

para acariciar con sus aguas,

para agrandar los arroyos, para besar las flores,

para ser el rocío de las mañanas y la humedad de la tarde.

Pero se ha equivocado

de montaña,

la de las verdes mesetas

con otro tipo de lluvia se abraza,

y por eso su odio contra el viento.

Pero como a todos, le ha llegado la calma, se ha levantado en la mañana y ha perdonado al viento que no tiene la culpa de hacer con él lo que hace.

Ahora el sol ha salido y lo ha obligado a cruzar sus brazos, arrepentido,

desolado por haber soñado

que podría alcanzar una montaña,

cuando él es una lluvia triste,

de nubes negras y de ensordecedores truenos,

que a la niña de la casa asusta y

hace llorar.

Él se ha dado cuenta y nuevamente le pide al viento

que lo lleve lejos,

como siempre lo ha hecho,

que lo lleve al inalcanzable olvido del amor.

A ver si así la alta montaña perdona

y, de cualquier forma,

la lluvia siempre vivirá

de las aguas de esta montaña,

esperando, siempre esperando

que el viento los

llegue a juntar.