El talento en combinación con la disciplina podrían considerarse la clave del éxito para muchas profesiones. Es posiblemente lo que logra marcar la diferencia entre lo que es un hobby que se vuelve profesión. Pero, ¿qué pasa cuando esto se termina volviendo una obsesión? Esto es lo que plantea la película del aclamado director de LA LA LAND, Damien Chazelle.
Antes de dirigir dicho musical, Damien realizó un cortometraje, que es justamente un fragmento clave de lo que después se volvería este largometraje WHIPLASH. Aunque no mantuvo al elenco original del cortometraje, si mantuvo en el papel del maestro de música a J. K. Simmons y sustituyó a Andrew Neiman por Miles Teller. Ambos actores extremadamente talentosos, que logran de manera majestuosa representar esta relación entre un alumno prodigio y un maestro abusador que hará hasta lo imposible para sacar todo el talento de su alumno.
La relación que crean estos dos actores en pantalla es genuinamente espeluznante, te hace sufrir con ellos y a la vez querer que no se vuelvan a ver en su vida. La obsesión por la perfección y lograr ser el mejor se vuelve algo terrorífico y frustrante para el personaje de Andrew como lo logra proyectar al público.
Aunque en la narrativa no sucedan tantos eventos como tal, sino que más bien lo que sucede es tremendamente impactante que hacen que la historia se sienta saturada y que no haya un solo momento aburrido o que se sienta puesto solo porque sí. Abarca el tema de la obsesión cinematográficamente gratificante, desde el guion, las interpretaciones hasta la fotografía son realmente profesionales.
Es necesario destacar que la edición de esta obra es un arte por si sola. A pesar de ser muy notoria (lo cual podría considerarse como algo malo ya que la mejor edición es aquella que es imperceptible) logra fluir con naturalidad pero a la vez darle dinamismo. Es en definitiva un ejemplo de lo que es una edición que aporta a la narrativa.
Muchas personas comparan en cuanto a tema principal a esta película con Black swan de Darren Arofnofsky y es una comparación bastante acertada desde cierto punto. Ambas historias tratan de la búsqueda de la perfección y la obsesión hasta un punto que perjudica la integridad de la persona. Aunque van casi de lo mismo, ambas son ampliamente recomendadas ya que son experiencias completamente diferentes y utilizan los recursos narrativos cinematográficos de forma muy asertiva.
Chazelle demuestra su talento por primeras vez con Whiplash, lo asegura con LA LA LAND y ahora nos deja muchas expectativas para su próxima película BABYLON.