Debate por aborto no puede reducirse “a estéril juego de banderas”
14/09/2021
Autor: Dr. Emilio José Baños Ardavín
Foto: Misraim Álvarez Bolaños

En su informe anual de labores, Dr. Emilio Baños Ardavín, advirtió contra la tentación de sobre-simplificar la discusión sobre el aborto en el país. El drama de las madres envueltas en esta situación, la salvaguardia de los derechos humanos del ser en gestación y el derecho a la objeción de conciencia, en la reflexión del rector de la UPAEP

Si una lección hay que recoger de esta travesía, es el valor de la unidad: ahí radica nuestro afán de reencontrarnos, de volver a caminar juntos, de construir un proyecto común. Lo anhelamos en nuestro entorno más íntimo, y lo queremos recuperar cuanto antes para México.

En la actual coyuntura que vivimos como nación, desde nuestra perspectiva hay dos desafíos clave: recuperar el valor de la unidad, y defender la dignidad humana, en especial la de los más vulnerables.

Unidad no es lo mismo que uniformidad; la unidad se construye respetando y valorando al otro, apreciando y contrastando las ideas, y reconociendo la capacidad de razonar para entender la realidad como fundamento para la superación de los conflictos y la generación de acuerdos. Sin duda, una tarea ardua que compete a todos los actores, y especialmente a los gobernantes. Ante la complejidad de nuestra historia y nuestros ingentes retos sociales, es entendible que la construcción de la unidad sea un proceso lento y de frágiles equilibrios; pero que deliberadamente se siembre desde el poder la discordia, el rencor y la polarización, es a todas luces inadmisible.

En contraste, la sociedad ha demostrado que es posible contrarrestar esta vertiente de amargura con acciones solidarias, genuinas y concretas, como justamente se han desplegado por ejemplo en esta pandemia. Ya lo afirmaba Octavio Paz “Si la historia de México es la de un pueblo que busca una forma que lo exprese, la del mexicano es la de un hombre que aspira a la comunión[1].

Por otra parte, este ambiente artificiosamente generado, hace que se evada, ignore o vulnere a quienes son presa de la violencia, discriminación y estigmatización: a la niñez capturada por la trata, a los migrantes, a los desaparecidos y a las víctimas de la inseguridad, a quienes son violentados por su orientación sexual, a las mujeres reducidas a objetos de placer; y a quienes se ven inmersas en un embarazo no deseado: la madre y el o la niña por nacer.

Sobre esto último y las recientes resoluciones de la Corte, se reabre un debate que no puede reducirse a un torpe, y casi siempre estéril juego de banderas.  Desde nuestra perspectiva, el asunto debe abordarse sin sobre-simplificaciones ni sesgos ideológicos; por el contrario, se requiere una reflexión rigurosa, con elementos científicos, antropológicos y filosóficos que permitan, por una parte, encontrar soluciones acordes a la dignidad humana, en específico la de la madre gestante y la del concebido; y por otra, también la imputación de responsabilidades al hombre que en esta situación, las más de las veces, se auto-exime cobardemente.

En este contexto, es en efecto deber del Estado procurar los medios para no re-victimizar a las madres que se han visto envueltas en el drama del aborto; y en la misma línea es preciso salvaguardar los derechos humanos del ser en gestación, tomando en cuenta la evidencia científica que hace ver que, si bien con capacidades en continuo desarrollo, desde la concepción se tiene una vida humana única, irrepetible y diferenciada. En todo caso, lo que no es válido es esquivar la definición sobre la consideración del estatus de este ser, y al mismo tiempo sentenciar que sus derechos quedan anulados al ser supeditados a los de otra persona, o que se postergan en tanto no haya nacido. Una determinación jurídica de esta gravedad, no se puede tomar con tan pobre sustento; como tampoco se puede admitir que se violente el derecho a objetar en conciencia el ser partícipe de un procedimiento que derive en la aniquilación -que no la interrupción- de una vida humana en gestación.

Ante este reto, y sin pretender en absoluto agotar el tema, es imperativo encontrar un camino que sepa acompañar, respetar y promover derechos y libertades, procurando el mayor bien posible, para todos. En palabras de Juan Rulfo: “nos salvamos juntos o nos hundimos separados”[2].

Amigas y amigos, estos desafíos de nuestro tiempo, son eminentemente universitarios. Todo lo que hoy hemos compartido tiene una razón de ser, y es el de convocar a nuestros jóvenes para procesar estos retos con conciencia crítico-reflexiva, y comprometer su proyecto de vida con la transformación de esas realidades que están a la espera de su talento para humanizarlas.

Sabemos finalmente, que en esta travesía no estamos solos. Por eso queremos dejarnos atrapar por Aquél que es la Verdad, que nos muestra el Camino y le da sentido a nuestra Vida. En especial, seguimos encomendando a esta comunidad y a nuestra nación a Santa María de Guadalupe, para que pronto retomemos el camino de la auténtica unidad y del reencuentro, que sólo el amor traducido en amistad social puede brindar.

Muchas gracias por su atención.

UPAEP, la cultura al servicio del pueblo.

 

 

 

 

[1] Paz, O. El laberinto de la soledad, FCE, México 2015, p. 146.

[2] Rulfo, J. México y los Mexicanos, Texto para la agencia EFE, 1984.