El estudiante de octavo semestre de Administración, Gobierno y Políticas Públicas de la UPAEP fue uno de los 8 seleccionados para participar en una misión en Kenia.
Las misiones le recuerdan al hombre que la vida es como un camino. Porque en su quehacer, las misiones son un reflejo de nuestra propia vida. El ser humano, por su naturaleza hecha de amor va a buscar a Dios, como su creador y fuente del amor. Por tanto, este camino llamado “misiones” tiene como propósito que el ser humano se encuentre con Dios.
Pero, para la misión se necesita que Dios nos llame, que lo hace constantemente, no se cansa de hacerlo. No obstante, este llamado es específico y personal. En el caso del misionero de UPAEP es puesto para el servicio. Porque la vocación del estudiante y misionero UPAEP lo llama a poner su persona íntegra al servicio de los demás.
Por tal motivo, la misión de Kenia responde perfectamente a nuestra misión y vocación, ha sido el camino que Dios nos ha pedido pero que elegimos con valentía. No sólo fue para llevar el logo de la universidad a un nuevo país, sino que es la Universidad y sus estudiantes respondiendo a los anhelos de nuestros corazones y las necesidades de nuestros hermanos.
Entonces, este camino comienza con un “Sí”. Personalmente, fue Charly (jefe de pastoral) quien me platicó del proyecto y recuerdo haberle dicho: “Si, pero tengo que decirle a mi mama.”
Yo estaba seguro que quería ir, se estaban juntando las misiones que me encantan y apasionan con África. Siendo mi película favorita el Rey León y siendo un enamorado de ir de misiones, mi corazón dijo “sí” sin pensarlo, bueno sólo pensó en mi mamá.
Fue entonces, que Dios puso un sueño en mi corazón, un sueño llamado Kenia. Y también, gracias a Dios este sueño se hizo realidad.
Sin embargo, para el camino te tienes que preparar y para que este sueño se hiciera realidad tuvimos que prepararnos también. Hicimos ventas, rifas, pedimos que rezaran por nosotros, repartimos imágenes, tuvimos director espiritual, preparaciones, misas, muchas juntas y mucha oración.
Pero, recuerdo que en el último retiro, un padre coreano de la UIC nos enseñó una canción llamada “You are my all in all”. Este padre no sabía muy bien español, pero encontró a través de su voz y su ánimo por enseñar la forma de decirnos que lo más importante es Dios, y por ende, no importa el idioma si hablas con amor, si das verdaderamente todo de ti.
También, unas semanas antes de irnos yo estaba muy nervioso. Mis papás también estaban preocupados y todavía más cuando vieron una película de la Madre Teresa de Calcuta donde vieron cosas muy complejas de Kenya. Pero, le dije a mi mamá que ellos también eran responsables de mi “Si”; le dije que ellos nos habían llevado a mis hermanos y a mi a misa cada domingo, a rosarios, a retiros y nos habían dado la oportunidad de estudiar en UPAEP. Mis papás prepararon el camino y yo sólo tuve que recorrerlo. En ese momento entendí que no iba a caminar solo, me acompañaban mis padres, mis hermanos, mis amigos y mucha gente.
Y de esa forma nos fuimos un 22 de mayo, primero pasamos a encomendarnos a la Virgen de Guadalupe, pasamos por Europa y llegamos a Kenia a comenzar la misión.
En mi caso, tuve la oportunidad de vivir un mes en la Parroquia de San Pedro Mashuuru, donde los sacerdotes misioneros de Guadalupe tiene una labor gigantesca en un territorio enorme. Por tanto, nuestra labor consistía en apoyarlos en su trabajo pastoral; fuimos a escuelas, visitamos casas, platicamos con jóvenes y jugamos con niños.
Pero lo verdaderamente impactante era la conexión con la gente, porque existían barreras de idiomas, de sesgos culturales y de costumbres. De esta forma, algo que jamás pensé que tendría tal impacto, fue una canto para niños. Porque suelo hacer un canto llamado “Alelekitaponga” contando la historia de un panedero, traté de traducirlo al inglés, pero la historia era ajena a su realidad. Al final del mes, este canto evolucionó a hacer una mezcla entre inglés, español y swahili, con una historia de una mamá que hacía chapatis (un estilo de tortilla africana).
No obstante, lo importante es que los niños la comenzaron a cantar todo el tiempo y cuando nos veían, creo que mi nombre cambio a ser “Alele”. Pero, daba igual, aunque no supieran mi nombre, pero si se cumplió a través de una canción para niños encontrarnos con Dios (Ellos y nosotros), todo ha valido la pena, todo ha valido la vida.
Fue un mes hermoso de principio a fin, con pruebas y mucho crecimiento de la fe. Hoy, entiendo que lo que me ha sido dado, lo tengo que compartir. Queda mucho todavía por decir con amor. Pero por mientras, la misión sigue al contarle a mis amigos y familia, al dejar sorprenderme por la expresión de la gente por las historias de África. Espero y creo que Dios todavía me va a pedir mucho de esta experiencia, pero lo que les pediría a quien lea estas palabras es que haga mucha oración: por nuestros hermanos africanos, por los misioneros, por nuestras autoridades, por la universidad y por quien con amor trató de compartirle un poco de Kenia.
Por útlimo, tienen que saber que en Kenia nos dieron nombres en sus lenguas de sus tribus. Yo tenía nombre Masai, kikuyu y kamba; por tanto, en Kenia yo me presentaba como Pablo Olotí Guambua Camau. Y les quería compartir unas palabras que escribí de regreso en México, pero que siento que las escribí todavía como Pablo Olotí Guambua Camau porque va a ser parte de mí toda la vida. Asante Sana Mungu, muchas gracias Dios.
Que diminuto me sentí Señor
Al contemplar tus estrellas,
Que pequeño soy Señor
Ante la inmensidad del Cielo.
Soy Polvo del polvo de la tierra,
Veo la luz de la Luna y me deslumbra
Y esa luz no es más que un reflejo
El reflejo del poderoso Sol.
¿Pero qué es el Sol ante Ti?
Nada, al igual que yo
Entonces, ¿Por qué estoy aquí?
No me necesitas, pero aquí estoy
Me has traído a este momento
Un día te vi en la Luna más bella
En la Luna más grande que he visto
Un día te encontré en un cantar
Te escuché en la voz adoradora de tu hija.
El corazón del hombre te busca
Su naturaleza le exige encontrarte
¿Pero qué he hecho para hallarte?
Solo dije que sí a este camino.
María dijo sí, e hiciste milagros
Mis padres dijeron si, hubo milagros
Mis hermanos, mis abuelos, mis amigos,
Mis maestros y muchos otros dijeron sí
Tantos milagros para este momento
Frente a incontables estrellas
¿El hombre merece tanto amor?
¿Yo merezco que me ames tanto?
Nada te detendrá para seguir amando
Así que la respuesta no importa
Pero el amor es como este viaje
Es de ida y vuelta, recíproco.
Aunque conquistara el mundo entero
Para ponerlo ante tus pies
Aún con mil poemas y canciones
No te amaría tanto como Tú me amas.
Para bien mío, no es lo que me pides
El Rey no conquista mundos
El Rey conquista corazones
Mi Rey sólo me pide el Si.
Un Sí al Señor es valiente y honesto
Porque afuera hay muchos corazones
Todos desean encontrar al Rey
Digo si para ser canto que enamore.
Señor, yo solo te pido una cosa
No me regreses a esa noche estrellada
Pero guárdala contigo en mi corazón
Para recordar cuánto me amas
Para recordar cuánto debo amarte.
Por: Pablo Olotí Guambua Camau