“Sin desarrollo nacional no hay bienestar ni progreso. Cuando hay miseria y atraso en un país, no solo sucumben la libertad y la democracia, sino que corre peligro la soberanía nacional” -Arturo Frondizi.
Es un proceso inevitable, nadie escapa de ello, tal vez este sea el único camino para sobrevivir como sociedad; sin duda alguna no es el camino más óptimo, pero nos ha hecho subsistir hasta el día de hoy. En 100,000 mil años de la historia de la humanidad han existido diversos problemas que acaban con la vida de nuestra misma especie, la hacen someterse, la subyugan hasta convertirla en nada. ¿Podríamos imaginar un mundo sin injusticia? ¿Acaso es posible que el hombre sea capaz de vivir sin jerarquía alguna? O es acaso que en nuestro código genético exististe algún gen de superioridad respecto a otro ser humano. En todo caso, la última afirmación ha servido a pueblos enteros para construirse, para ser prósperos y sobresalir del resto. A mi parecer, es sumamente difícil admitir que en algún momento el ser humano vivió en un estado de armonía y paz; en que hubo un tiempo en que las inequidades de poder e injusticia cesaron y se podía hablar de equidad e igualdad social.
Hoy en día, diferentes países alrededor del mundo estamos sufriendo una emergencia sanitaria que no solo afecta a unos cuantos, sino a la población en general. Según datos del Banco Mundial, se prevé que los índices de pobreza en el mundo aumentarán por primera vez después de 20 años. Ahondando un poco más en datos que nos otorga esta institución, nos dice que 689 millones de personas viven con menos de 1,90 dólares al día lo que se transformaría a 0.8434 EUR o 38.06 pesos al día en el caso de México. Sin duda, es un tema sumamente preocupante en todos los niveles sociales. Si tomamos en cuenta que una familia de cuatro personas, en la que solo dos integrantes reciben ingresos para la compra de alimentos, productos de higiene personal, pagos educativos, renta de una vivienda, etc; Siendo realistas, con los ingresos del salario mínimo simplemente no se es capaz de subsistir dignamente.
En el caso de nuestro país, en el presente año el salario mínimo llegó a 123.22 pesos diarios, sin embargo el capital para adquirir productos de la canasta básica es de 1,165 pesos para el medio rural y de 1,633 para el medio urbano según el CONEVAL. Del mismo modo, hay que considerar que no toda la población puede tener acceso a un salario mínimo, ni a prestaciones bancarias para hacer de esta, una vida llevadera. Esto se puede notar, por ejemplo, con la población de origen indígena, siendo el estrato social más vulnerable ante una situación de desigualdad en México; con 8.4 millones de personas que experimentan una situación de pobreza y 3.4 millones de personas viviendo en pobreza extrema. De esta manera, podemos decir que de la falta de acceso monetario se devienen un sin fin de problemas: una sociedad con falta de acceso a la educación, propiciar a la juventud hacia la delincuencia, población con problemas de salud debido a la falta de nutrientes en los alimentos que consumen, resignación de la ciudadanía a la baja de su calidad de vida, tasa de mortalidad decreciente, sentimiento de infelicidad, generando así una miseria colectiva.
Agenda Internacional, ¿qué nos preocupa?
A partir de problemas como la hambruna mundial, pobreza extrema, falta de acceso de agua potable, etc. Diversas organizaciones se han encargado de fomentar la empatía y promover soluciones en contra de estos problemas. La Organización de las Naciones Unidas, promueve 17 puntos justificados en el desarrollo sostenible mundial; para que sean trabajados de forma activa durante un lapso de 10 años. De estos diesisiete puntos, los que más llamaron mi atención fueron:
- Poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo.
- Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible.
- Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos.
- Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todos y crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles.
Sin duda alguna, son metas bastante ambiciosas a ser resueltas para 2030. La cuestión que me resultó un tanto inconsistente, fue que si contamos los hechos atroces que hemos vivido a lo largo de los siglos y el hecho de que siempre ha existido la hambruna, la falta de educación, las guerras, y la pobreza; por más bondadosa y optimista que quiera ser la ONU, se necesitan aterrizar los conceptos e ideas de su agenda para los diferentes países del mundo. Ya que, sin duda, no todos cuentan con el capital necesario para transformar a su sociedad en un lapso tan corto de tiempo.
Aunado a esto, si tomamos en cuenta al principal benefactor de la ONU, EEUU, que dona alrededor de 12,700 millones de dólares netos para el sustento de sus operaciones y funcionamiento en misiones totalmente altruistas y benévolas; nos topamos con un hecho bastante inconsistente al conocer el capital total que esta potencia mundial invierte en armamento y defensa. Contando con un presupuesto de aproximadamente 732.000 millones de dólares en 2019, según datos del Instituto Internacional de Estudios para la Paz (SIPRI). De esta forma, los ideales de armonía entre naciones se ven desmoronados al comparar las cantidades que se aportan a instituciones en búsqueda de la paz mundial, ante las cantidades invertidas en armas de fuego, armas nucleares; en resumen, todo lo necesario para hacer la guerra.
Si el gasto militar por parte de EEUU no es lo suficientemente impactante; en todo el mundo los gastos militares alcanzaron 1,9 billones de dólares el año pasado. Si bien, ha de admitirse que un país requiere de cierta protección para salvaguardar la seguridad de su población; el gasto e inversión para acabar con la humanidad o con ciertos países con los que se tiene conflicto, me parece atroz. ¿Por qué un líder político debe estar más preocupado por invadir o hacer daño a otra nación en lugar de velar por su ciudadanía (que la población no sufra hambre, frío, que cuenten con educación, etc.)?
Empero, la incongruencia no solo viene por parte de entidades gubernamentales o instituciones internacionales; sino también viene de nosotros como sociedad al no prestar la atención suficiente a problemas mundiales, al no reconocer que hay personas que sufren por no tener el acceso monetario suficiente para adquirir alimentos y artículos de primera necesidad o poder contar con una vivienda. En cambio, se presta mayor atención a noticias que están de moda, a problemas que son tendencia y que tiempo después quedan en el olvido. Por ejemplo, la importancia y difusión brindada a las protestas y la legalización del matrimonio igualitario fue considerablemente grande para llegar no solo a redes sociales, sino también a medios televisivos y de radio; teniendo así, un público mucho más extenso. Sin duda, la discriminación es un problema que aqueja a la sociedad, pero sin temor a equivocarme, se debe prestar mayor atención a una persona o a una familia que está luchando por sobrevivir que al derecho de un mero trámite gubernamental. En alguna ocasión, me encontré escuchando un comentario similar al siguiente:
“La gente protesta porque la sociedad acepte su estilo de vida, su sexualidad, cómo es que satisfacen sus placeres; yo protesto porque no tengo qué comer, dónde vivir, no tengo futuro”.
El punto no es desacreditar ninguna lucha social, sino es comprender que existen preocupaciones más grandes que las que nos afectan directamente o aquellas que tienen mayor difusión; es tener empatía por el otro y velar por nuestra sociedad. De esta forma, podemos afirmar que no solo las personas que no cuentan con recursos económicos pueden ser llamados miserables. Cuando uno deliberadamente decide ignorar el dolor, las dificultades, los problemas y la carencia de su propia sociedad, de un compatriota; este ser cuenta con una miseria de diferente tipo, una miseria humanitaria.
El negocio de la miseria
Si bien, parece ser que no es suficiente que existan personas viviendo en pobreza extrema; existen individuos, mafias, u organizaciones que se aprovechan de aquellos que no cuentan con recursos para vivir.
Tomando lo anteriormente expuesto, podemos presentar el primer caso: las candidaturas. Se trata de un proceso sumamente importante para un país, elegir a un representante digno y honesto que labore para el buen funcionamiento de la nación y que vele por el bien común. Sin embargo, en México se presenta la famosa “compra de votos”, que consiste en un intercambio (generalmente monetario) a cambio de votar por un partido político en específico. Este se trata de un hecho totalmente inmoral, ya que además de ser un hecho ilegal se está lucrando con la pobreza, con la necesidad y el dolor de una familia . Sin embargo, gracias a la miseria que sufren las personas, estas prefieren ceder un derecho propio y sumamente importante con tal de tener un ingreso que pueda mantener a sus familias a lo mucho por un mes. Sin embargo, si nos ponemos en sus zapatos es completamente razonable; recibir una cantidad de dinero y tener acceso a alimentos a cambio de un pedazo de plástico que no significa mucho en el día a día, es mejor que no recibir nada.
El segundo panorama a analizar es el de los ambulantes, limpiaparabrisas y personas que piden apoyo en los semáforos y en las calles. Si bien, entre la población se conoce que existen mafias que se aprovechan de personas que viven en situación de calle y fomentan que estas mismas pidan dinero; no se ha encontrado al artífice principal de esta organización. Nuevamente, el punto es que, a cuesta de personas necesitadas se da paso a un negocio bastante redituable; el negocio de la miseria. Cuántas más personas se encuentren desesperadas por alimento o por un techo; estas recurrirán a cualquier tipo de trabajo o trato para poder subsistir, es uno de mejores ejemplos de decir que viven al día.
Conclusiones
Teniendo en cuenta todos los aspectos mencionados anteriormente; podemos percatarnos que muchas veces como sociedad ignoramos temas que está enfrente de nosotros pero que los normalizamos; ya que ver a una persona pidiendo dinero en la calle es normal. Sin embargo, debemos ser más empáticos con nuestro entorno, con nuestra sociedad y a nuestra misma especie. Muchas veces hemos escuchado que el hombre es un animal racional, creado para realizar y pensar grandes cosas; sin embargo si el ser humano no tiene las condiciones mínimas que requiere un ser vivo para desenvolverse en este mundo ¿Cómo pedir que se logren cosas maravillosas? Ante un mundo preocupado por banalidades, se requiere más perspicacia para resolver este tipo de problemas. Empero, se espera que poco a poco se vaya despertando ese sentido de pertenencia, de solidaridad y de estima hacia nuestros compatriotas, que se logre encarar el problema y no huir como suele pasar muchas veces.
Probablemente las agendas internacionales no cambien mucho, seguramente los gobiernos seguirán invirtiendo en acabar con su misma especie; sin embargo, está en nosotros prestar más atención a lo que ocurre en las calles, con la población indígena en nuestro país, aquellas cosas que incomodan en una plática, aquellas cosas que la sociedad prefiere evitar y fingir que no existen porque duelen. Duele saber que hay personas muriendo de hambre, personas que viven en condiciones inhumanas, personas que se aprovechan de la miseria del mundo.
Pero hay que recordar, que aportar un cambio no siempre sugiere cambiar al mundo radicalmente, a veces solo tienes que darte cuenta del problema que existe a unos metros de ti, deprimirte un poco con lo que pasa y saber que no has hecho nada para ayudar. Cuando la herida aún esté abierta, es momento de realizar un cambio; que por más pequeño que sea, puede transformar la manera de ver las cosas de otra persona y juntos cambiar siquiera un día al mundo.