Educar es conquistar
23/09/2024
Autor: Dr. Jorge Medina Delgadillo
Foto: Vicerrector de Investigaci贸n

Nada hay m谩s triste para un ser humano que carecer de la gran satisfacci贸n de conseguir, con esfuerzo, creatividad e inteligencia, los frutos de su trabajo. Por 鈥榝rutos鈥 no me refiero a realidades meramente externas, sino principalmente internas: h谩bitos, conocimientos, disciplina, virtudes, cultura鈥β

Pasar de la ignorancia al conocimiento es una conquista. Cuando un joven se esfuerza en comprender una ley de la qu铆mica y un ciclo metab贸lico o cuando una chica comienza a aplicar el c谩lculo diferencial para la optimizaci贸n de procesos y lo hacen bien, y logran resolver problemas e innovar, se da en ellos una satisfacci贸n profunda. El encuentro con la verdad produce un gozo aut茅ntico porque la verdad, las m谩s de las veces, es como un mineral precioso que se encuentra tras cavar y cavar en las profundidades de la realidad.聽

Pasar de la indiferencia a la solidaridad es una conquista. Pensemos en los voluntariados. Quien se interesa por los dem谩s y procura su bienestar, y gasta su tiempo y energ铆as en generar condiciones de vida digna para el pr贸jimo, experimenta un crecimiento extraordinario que alegra su coraz贸n. Dejar el ego铆smo y transitar a un sano altruismo, aunque sea un proceso arduo, es profundamente satisfactorio.聽

Otro tanto se puede decir sobre la adquisici贸n de habilidades manuales o destrezas art铆sticas. Al inicio es dif铆cil, pero al final el h谩bito se vuelve un tesoro del cual echaremos mano el resto de la vida. Tambi茅n en la vida espiritual los grandes maestros hablan de conquistas: la meditaci贸n, la contemplaci贸n, el silenciamiento de las distracciones y el gozo ante los misterios divinos, los cuales son ciertamente un don, pero un don que no se da al margen del esfuerzo humano. Por eso tambi茅n los m铆sticos hablan de 鈥榗onquistas鈥.

Mar铆a Montessori dec铆a que, hacer por un ni帽o lo que 茅l ya es capaz de hacer, no es hacerle un bien, sino un mal; o sea, que las ayudas innecesarias son obst谩culos al desarrollo. Y esto aplica desde la infancia hasta la ancianidad, excepto que haya alguna discapacidad. Por ejemplo, si yo le ato las agujetas a mi hijo peque帽ito, y lo sigo haciendo hasta que es adolescente, esa acci贸n, lejos de ser un acto de cari帽o, se vuelve un sutil acto que le dice t谩citamente: 鈥渃omo te considero incapaz hasta de atarte las agujetas, yo lo har茅 por ti鈥. Aquellos padres que les resuelven todo a sus hijos 鈥減or amor鈥, en el fondo les est谩n inculcando una gran inseguridad, pues esos chicos nunca desarrollar谩n la autoestima, el conocimiento de s铆 mismos, la valent铆a al afrontar problemas; a los cuarenta o cincuenta a帽os, su peque帽o hijo seguir谩 siendo un indefenso ser que requerir谩, para sobrevivir en la existencia, de su supermam谩 o su superpap谩. Un verdadero educador nunca priva a los educandos de conquistar la verdad, la virtud, la habilidad o la cultura. Porque 鈥渄ar peladito y en la boca鈥 鈥揷omo se dice coloquialmente鈥, en la mayor铆a de los casos, es un acto contraproducente.聽

驴Qu茅 pasa cuando se obtiene demasiado dinero (por herencia o por suerte en la loter铆a) sin haberlo conseguido con esfuerzo? Ordinariamente se dilapida. En cambio, lo que es fruto de la conquista se cuida, se aprecia, se valora.

Cuando un joven quiere ser novio de una chica, debe 鈥渃onquistarla鈥, pues reconoce en ella una realidad extraordinariamente valiosa que le exigir谩 dar lo mejor de 茅l, en todos los sentidos, para enamorarla. Y, cuando lo logra, hay una alegr铆a indecible fruto de dos factores: el s铆 libre de ella, que es percibido como don inmerecido, y el s铆 perseverante de 茅l, que conquist贸 lo que anhelaba.

Me duele constatar que, los educadores en general y los pedagogos en particular, estamos fijando la mirada en aspectos de nuestra vocaci贸n y profesi贸n que no son tan importantes. Por ejemplo, prestamos demasiado inter茅s a la redacci贸n correcta de verbos a la hora de plantear objetivos en nuestras planeaciones did谩cticas, pero descuidamos el que esos objetivos de aprendizaje sean en el aula verdaderas 鈥渃onquistas鈥. Cuando no ponemos la energ铆a en lo sustantivo, al paso del tiempo, nos volvemos irrelevantes en la vida de nuestros alumnos. Porque ellos, al igual que cada uno de nosotros, tienen hambre y sed de infinito, buscan ser felices, anhelan crecer y madurar. Y todo esto no va a ocurrir en sus vidas al margen de su libertad ni de su esfuerzo. Educar consiste en ayudarles a conquistar un sentido de vida, conquistar unos valores y conquistar unas virtudes, conquistar la verdad y, en definitiva, conquistarse a s铆 mismos.