El fallecimiento de un pontífice tan popular y querido como lo fue Francisco I ha cimbrado al mundo. Como ya es del dominio público, el primer papa americano de la historia será enterrado mañana sábado, en la Basílica de Santa Maria Maggiore. Las reglas sobre cómo proceder en el Vaticano cuando ocurre la muerte de un papa son muy estrictas; algunas de ellas sufrieron cambios durante el pontificado de Francisco, por lo que algunas cosas han discurrido y discurrirán mañana de forma distinta a como se habían desarrollado en anteriores exequias. Veamos algunos ejemplos.
Recién en noviembre de 2024, Francisco simplificó las reglas para los entierros papales. Si bien hasta ahora el entierro de un Papa había sido un ritual solemne y elaborado, el funeral del sábado será más sencillo. Los cambios pretenden hacer que el funeral del Papa se parezca más al de un pastor de la Iglesia y menos al de una autoridad secular. Después de la ceremonia fúnebre en su capilla privada, Francisco ya no fue trasladado al Palacio Apostólico como los anteriores papas fallecidos; ahora, sus restos fueron llevados directamente a la Basílica de San Pedro, por lo que la gente habrá podido despedirse de él hasta el viernes por la noche. El traslado se produjo el miércoles pasado, después de que los cardenales se reunieran oficialmente por primera vez desde la muerte de Francisco el martes por la mañana y tomaran la decisión al respecto.
En la Basílica de San Pedro, el cuerpo del Papa fallecido ya no se exhibe sobre un catafalco, es decir, sobre un féretro alto, sino sobre una plataforma inclinada, más baja. Esto no es lo único que ha cambiado, pues el ataúd también tiene un aspecto diferente a lo que antes se acostumbraba: en lugar de tres ataúdes anidados hechos de madera dos de ellos y uno de zinc, Francisco yace en un ataúd de madera con un ataúd interior de zinc. Esta es una de las innovaciones clave del nuevo protocolo, que se aplica por primera vez. Francisco quería un entierro para sí mismo "con dignidad, como cualquier cristiano, pero no sobre una almohada", según explicó él mismo en una entrevista.
Otro detalle notable de estos cambios, aprobados por el propio Papa Francisco en abril de hace un año, se refiere al lugar de la sepultura. En lugar de ser enterrados en la Basílica de San Pedro, como era costumbre en el pasado, los papas, de ahora en adelante, también pueden ser enterrados en otro lugar de Roma. De hecho, el pontífice de origen argentino ya había anunciado en el pasado sus deseos de encontrar su lugar de reposo final en la Basílica de Santa María la Mayor. Una vez más, estos cambios obedecen a su deseo de ser tratado "como cualquier cristiano".
Los preparativos para el cónclave comienzan mientras todavía está en curso el período de luto. En votación secreta, los cardenales con derecho a voto elegirán al próximo Sumo Pontífice. La elección debe comenzar como mínimo 15 y como máximo 20 días después de la muerte del Papa que estaba en funciones. Durante el período intermedio, la llamada "Sede vacante", la responsabilidad de la Iglesia católica pasa al Colegio Cardenalicio. Se reúne diariamente en “Congregaciones Generales”. En estas reuniones deben discutirse las formalidades de los funerales del Papa y la convocatoria del cónclave, así como otros temas importantes del gobierno de la Iglesia, pero de ninguna manera se substituyen las facultades que solamente competen al Sumo Pontífice. En estricto sentido, el periodo de “Sede vacante” ocurre entre el final de un pontificado (ya sea por renuncia o por muerte) y la elección de un nuevo Papa, y sus pormenores se encuentran regulados en la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis. Con la aceptación del resultado de la elección por parte de quien resulte electo termina este periodo.
Así, en su último viaje, Francisco llegará a su iglesia romana favorita: Santa María la Mayor, a unos cuatro kilómetros de la Basílica de San Pedro, al otro lado del río Tíber, no lejos de la estación principal de trenes y del centro de la ciudad de Roma. La iglesia, consagrada hace casi 1 600 años, está en posesión extraterritorial de la Santa Sede. Casi todos los visitantes de Roma conocen este edificio, que impresiona por su decoración de mosaicos y que data casi en su totalidad del siglo V. Además, está muy cerca de una hermosísima iglesia en donde está la figura de la Regina della Pace, a la que el difunto pontífice siempre pidió ayuda, como él mismo afirmó, y cuyo abrazo sintió “más de cien veces a lo largo de mi papado”. Antes de Francisco, siete papas que vivieron entre los siglos XII y XVI encontraron su lugar de descanso final en esta iglesia de Santa Maria Maggiore.
Con ello, el recientemente fallecido Francisco será el primer papa que, después de alrededor de 150 años no será enterrado en el Vaticano. Como ya se ha dicho en estos días, el último papa que no descansa allí es Pío IX (1846-1878), quien, si bien primero fue enterrado en la Basílica de San Pedro, tres años después fue trasladado, siguiendo sus deseos, a la basílica romana de San Lorenzo fuori le Mura (San Lorenzo Extramuros), en donde hasta ahora reposan sus restos.
Francisco ha sido humilde en la vida y en la muerte. Típico de él es que no sólo haya nombrado la iglesia de sus sueños, sino que, al mismo tiempo, se haya distanciado de la bien ensayada ceremonia fúnebre en el Vaticano, que él veía "bastante pomposa". Por eso es que el ceremonial ahora es más sencillo: ni catafalco, ni plataforma decorada para el ataúd, ni ceremonia para cerrarlo. Y también, como ya hemos apuntado, prescindió de los tres ataúdes habituales, hechos de madera de ciprés, zinc y roble. Francisco mismo lo explicó: «Con dignidad, pero por lo demás como cualquier cristiano normal, porque el Obispo de Roma es pastor y discípulo y no un poderoso de este mundo».
Otro ejemplo típico de las acciones de Francisco en los últimos años de su mandato es también el modo en que comunicó la decisión sobre su lugar de entierro de una manera bastante informal y fragmentada a lo largo de los últimos años. Porque anunció algo muy relevante, pero no en una declaración oficial del Vaticano ni en un discurso como jefe de la Iglesia. El entonces papa de 86 años simplemente hizo esta declaración en una de las muchas entrevistas que dio antes del décimo aniversario de su elección papal, el 13 de marzo de 2023. En una entrevista con la emisora suiza RSI, citó el funeral de su predecesor renunciante, el Papa Benedicto XVI, quien murió en la víspera de Año Nuevo de 2022 después de nueve años de retiro, como el motivo de su decisión. El papa Francisco explicó en dicha entrevista que las autoridades responsables del Vaticano se habían devanado los sesos pensando cómo organizar el funeral de un Papa que ya no estaba en funciones. Francisco dijo a RSI que había aprovechado este acontecimiento como una oportunidad para simplificar "la ceremonia del entierro de los futuros papas, de todos los papas". Ahora los expertos de la Iglesia han eliminado todos aquellos elementos "que no encajan litúrgicamente", dijo. Los funerales de Benedicto XVI se llevaron a cabo de manera más sencilla, pero sin omitir referencias a su dignidad papal.
Todo lo que Francisco externó en entrevistas desde 2023 fue incorporado a un conjunto de reglas eclesiásticas en el otoño de 2024 con el título "Ordo Exsequiarum Romani Pontificis" (“Orden de entierro de los Papas romanos”).
Algunos elementos y costumbres se conservan: todavía está previsto que los fieles puedan despedirse durante un rato del papa fallecido junto al ataúd en la Basílica de San Pedro. Pero ya se notan las diferencias: el Papa Benedicto yacía elevado sobre un catafalco y sólo después de esta ceremonia fue colocado en el triple ataúd. En el caso de los tres últimos papas fallecidos en ejercicio (Juan Pablo II en 2005, Juan Pablo I en 1978, Pablo VI en 1978), así como en el caso del Papa Benedicto XVI, que renunció a principios de 2023, el entierro tuvo lugar el sexto día después de anunciarse la muerte. En el caso del papa argentino, habrán pasado cinco días.
Los sacerdotes que sirven en Santa María la Mayor –así lo determinó también Francisco durante su vida– debe dedicarse principalmente a la piedad mariana, a la confesión y a la liturgia. Deben practicar el Canto Gregoriano y oficiar los servicios en latín. Canto Gregoriano resonando en el lugar de descanso de Francisco. ¿Qué más puede uno pedir?