Modo hongo nivel Dios
28/06/2025
Autor: Dra. María José Alvarado López
Foto: Profesora Investigadora Facultad de Biotecnología

Lecciones de biotecnología para la vida diaria

Hoy vamos a ponernos en modo hongo nivel Dios, y sí: estoy hablando de levaduras. Puede que al escucharlas piensen solo en pan o vino, pero detrás de su sencillez hay una potencia transformadora que incluso Jesús usó como ejemplo para explicar cómo actúa el Reino de Dios. Dijo: "El Reino de los Cielos es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con tres medidas de harina, hasta que fermentó toda la masa" (Mateo 13:33). Silenciosa, discreta, invisible... pero efectiva. Transformadora. Poderosa. Nivel Dios.

Las levaduras son organismos microscópicos, unicelulares, que se reproducen por gemación y que forman parte del linaje eucariota (como nosotros). Lo que las hace fascinantes es su capacidad de hacer mucho con muy poco: en ausencia de oxígeno, fermentan azúcares y los transforman en alcohol y dióxido de carbono, y en presencia de oxígeno, activan otras rutas metabólicas igualmente interesantes. Han estado con nosotros desde hace más de 5 mil años en procesos que van desde el pan hasta la cerveza. Son, sin duda, una de las biotecnologías más ancestrales de la humanidad, y lo más impresionante es que todavía no terminamos de entender todo lo que pueden hacer.

Y es que las levaduras no solo sirven para hacer alcohol o pan. Algunas especies como Yarrowia lipolytica pueden producir aceites microbianos (sí, aceites omega-3 y lípidos útiles), otras generan biosurfactantes que ayudan a emulsionar grasas o degradar contaminantes ambientales. En biotecnología industrial, se usan como fábricas vivientes: producen insulina, vacunas, enzimas y una infinidad de proteínas útiles. Algunas, incluso, son capaces de participar en la biorremediación de suelos contaminados con metales pesados. Todo eso, en medios líquidos baratos, a temperatura ambiente y con gran rapidez. Hermoso.

Y si ya están maravilladas con eso, déjenme contarles de una levadura rosa con la que actualmente trabajamos en el laboratorio: Rhodotorula mucilaginosa. Es tan bonita como suena, con un tono rosa encantador que se debe a que produce carotenoides, que son compuestos con propiedades antioxidantes valiosísimas. Pero no se dejen engañar por su dulzura: también es una diva. Es delicada y se nos ha contaminado varias veces, lo que nos ha obligado a ser más pacientes, más cuidadosos y más comprometidos con nuestro trabajo en equipo.

Actualmente, con mis estudiantes, exploramos su potencial para degradar plásticos. Sí, esta pequeña belleza rosa podría ser parte de la solución a uno de los problemas ambientales más grandes de nuestra época. Además de su potencial para la biorremediación, Rhodotorula tiene aplicaciones biotecnológicas en la producción de lípidos, enzimas y compuestos bioactivos. Una joya escondida, como muchas levaduras.

Hace unos días platicaba de esto con mis estudiantes, y surgió la pregunta: ¿cómo algo tan pequeño puede tener un impacto tan grande? Y creo que ahí está el secreto del modo hongo nivel Dios: en la constancia, en el silencio, en la transformación que no pide aplausos. Así como la levadura trabaja en lo escondido para transformar completamente la masa, también nosotros podemos transformar nuestros entornos cuando abrazamos nuestras capacidades, aunque parezcan pequeñas o invisibles.

En estos tiempos en que todo grita y compite por ser visto, ser levadura es un acto de resistencia espiritual. De humildad biotecnológica. De paciencia sabia. De confiar en que el cambio verdadero empieza desde adentro, y que lo pequeño, cuando es constante y bien dirigido, puede moverlo todo.

Así que esta semana, si te toca enfrentar un reto, una situación difícil, o simplemente sientes que tus esfuerzos pasan desapercibidos, recuerda que hay algo divino en ser levadura. Que ponerse en modo hongo nivel Dios es usar lo que tienes, en donde estás, para transformar el mundo desde adentro. Sin hacer ruido. Pero sin parar.

Con esta columna cerramos la serie del modo hongo. Aunque quedaron muchas chulerías por describir, lo cierto es que todos los seres vivos que estudiamos las y los biotecnólogos pueden darnos lecciones profundas para la vida diaria. En la próxima entrega, nos adentraremos en el fascinante mundo de las ectomicorrizas. Porque sí: todavía hay más maravillas por contar.

Cualquier cosa que quieras preguntarme de lo que escribo, dímelo: This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.. En cuanto pueda te contestaré, y si no tengo la respuesta, sé que mis colegas de la Facultad de Biotecnología nos podrán ayudar. Sigo aquí, con las lecciones de biotecnología para la vida diaria.