Como universitarios, es importante siempre tener en cuenta la importancia de estar bien informados sobre los sucesos de relevancia social que suceden en nuestro país y a nivel global para, efectivamente, ser competitivos y críticos personal y profesionalmente, en especial cuando en nuestra universidad se pretende impulsar una perspectiva humanista en la formación académica.
Por esta razón, es preciso mantenerse al tanto sobre la relación que existe hoy entre lo que sucede en realidad, la información que se crea al respecto y el qué y cómo se está dando nuestra de nuestro “consumir información”.
Cuando sabemos que hoy la gran mayoría de información sobre lo que sucede en el mundo, lo recibimos por medio digitales, y que el riesgo de que la verdad de los hechos se manipula para generar ideas en específico es muy común; por tanto, es importante que en el papel de universitarios, consumamos la información con la cautela necesaria para formar una reflexión crítica.
A este fenómeno donde se manipula la información para ciertos fines sociales y políticos se le conoce como “posverdad”, la cual consiste en “aquellas maneras de interpretar la realidad donde los hechos importan menos que las opiniones, las emociones y las creencias" (Oxford, 2016).
¿Qué tan influenciados pueden estar los universitarios por este fenómeno? Y, ¿cómo se puede identificar que uno es partícipe de ello?
La posverdad es un fenómeno que afecta de manera generalizada, por lo que sería considerable indicar que un estudiante puede estar dentro de la dinámica de la posverdad cuando no se encuentra preocupado por formar una reflexión crítica y sólida sobre las noticias o información que consume.
Es decir, cuando comúnmente se deja llevar por la emoción que le ha generado un titular sin haber leído la noticia o comparar con otras notas informativas; cuando es más importante lo que dice un famoso o un “influencer” en sus redes sociales en comparación con lo que dice un periodista crítico o lo que muestra un artículo de investigación formal. Y hay muchos más ejemplos similares en donde la comodidad y la velocidad de la información dominan más en la reflexión del estudiante que en el ejercicio de una paciencia crítica.
En nuestra universidad se han abierto diversos espacios de diálogo para que los estudiantes aprender y se formen al respecto. Como bien lo registra UPRESS, existen algunos artículos que advierten los riesgos de la posverdad, que marcan algunas reseñas sobre conferencias que han tocado este tema con los estudiantes, algunos tópicos de interés social donde se pretende cuidar el no caer en algún sesgo ideológico.
Mantener abierta la conversación y la formación, es esencial para que los estudiantes tengan presente que, si se cuida la información que se consume, la verdad de los hechos se mantiene.
Cabe decir que el mundo social en el que nos encontramos está parcialmente permeado por el poder de las redes sociales y de la tecnología. Como estudiantes universitarios estamos convocados a buscar la verdad y a defender el bien, y el mejor modo de hacerlo es comprometiéndonos con ello. Por estas razones es importante hacer una invitación: cuidarnos a nosotros mismos y cuidar a los demás.
Es importante desarrollar algunas habilidades sociales como el escepticismo, el cual, aplicado a este caso, nos hace dudar de los contenidos y de las imágenes que recibimos y que son expuestas en diversas plataformas digitales. Una actitud escéptica ante lo que vemos puede conducirnos a formular preguntas tales como las siguientes: ¿esto que veo, es verdad? ¿La imagen corresponde realmente a los hechos? ¿La descripción de los hechos presenta pruebas y argumentos consistentes?
No podemos cambiar el poder de las redes sociales, ni los contenidos que allí se difunden y se socializan a una velocidad casi inimaginable. Pero sí podemos tomar partido respecto de las acciones que están en nuestras manos.
Una de las dimensiones más importantes de la persona humana es la libertad. Somos libres de decidir qué hacer en cada caso, qué ver, qué publicar, qué compartir. La información falsa, manipulada o inventada, etc., puede causar mucho daño a personas humanas concretas, a sus familias y a sus seres queridos.
Por esta razón, estar alertas y con una actitud escéptica en la era de la posverdad es una invitación a cuidar a los otros y a asumir una actitud de responsabilidad ante lo que les pueda suceder. Somos responsables de nosotros mismos, ciertamente, pero también somos responsables de los demás.