El doctor Viktor Frankl (1905-1997), psiquiatra, solía preguntar a sus pacientes lo siguiente: ¿por qué no se suicida usted? Y muchas veces, de las respuestas extraía una orientación para que la persona pudiera encontrar un sentido a su vida. Lo anterior constituye lo que el doctor Frankl denominó Logoterapia, la cual es una terapia que tiene como fundamento el análisis existencial con el objetivo de que el paciente encuentre el sentido de su vida.
Uno de los puntos centrales de la logoterapia es determinar cuál es el lugar que ocupa el dolor y sufrimiento en la existencia humana: el vivir conlleva el sufrir. Si la vida tiene algún sentido entonces el dolor, sufrimiento y muerte -en cuanto que son parte de la vida- deben poseer algún sentido, pero encontrarle un sentido a la vida, y por consiguiente un sentido al sufrimiento es tarea de cada persona y hacerlo es aceptar la responsabilidad de la vida misma. Aquel que logra lo anterior, vivirá a pesar de sus dificultades según la célebre frase de Nietzsche: “Quien tiene un por qué para vivir, encontrará casi siempre el cómo”
Viktor Frankl partiendo de su experiencia en campos de concentración Nazis, señala que el ser humano puede conservar, a pesar de situaciones límite, un vestigio de libertad que él llama libertad interior. La libertad interior consiste en la elección de la actitud personal que cada quien asume ante un conjunto de circunstancias. Frankl señala que la libertad interna hace que una persona se autodetermine en el cómo enfrentar situaciones de dolor y sufrimiento que no se pueden evitar.
Encontrarle sentido a la vida quiere decir saber cuál es el fin de la misma, pero la palabra fin posee dos significados:
Fin, como final o término, que en el caso de la vida humana es la muerte.
Fin, a manera de causa final aristotélica, la cual consiste en aquello que hace que un ente tenga un significado propio dentro del Cosmos.
Es evidente que la vida humana de acuerdo a la primera acepción de fin se realiza como existencia provisional no solamente en cuanto que un día una persona se va a morir, sino también en cuanto que no se sabe cuándo y cómo la muerte se presentará en concreto. De este modo, el sentido de la vida humana según la primera significación del vocablo fin, se puede definir diciendo que es una existencia provisional cuya duración se desconoce.
La Logoterapia centra su quehacer en la segunda acepción de la palabra fin, de tal modo que el fin de la incertidumbre de la vida humana (muerte personal) no es lo mismo que la incertidumbre de la finalidad de la vida humana, es decir, desde la logoterapia el gran reto de la existencia humana consiste en encontrarle sentido a la vida humana no solamente de modo general, sino que cada persona en su vida particular encuentre su sentido de vida en medio de situaciones que pueden presentarse inciertas a consecuencia del dolor y sufrimiento.
Cuando no se ha encontrado el sentido de la vida, esta existencia provisional se empieza a concebir como algo irreal y ante lo anterior se dan las actitudes de suicidio o de evasión de la realidad, como es el querer vivir en el pasado. En cambio, quien ha encontrado el sentido a su vida asume un compromiso real con ella. Quien ha perdido el sentido de la vida tiene como idea fija que la oportunidad de vivir ya ha pasado.
La Logoterapia trabaja en el paciente haciéndole ver que el sentido de la vida implica un asumir con responsabilidad el presente hacia un futuro, ya que el ser humano por naturaleza no puede vivir si no mira al futuro: sub specie aeternitatis, y esto constituye su salvación en los momentos más difíciles de su existencia con responsabilidad ante el presente, aunque éste se encuentre lleno de dificultades.
La Logoterapia enseña a los desesperados que en realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino si la vida espera algo de nosotros.
Quien espera algo de la vida asume una postura pasiva ante ella, es decir, se sienta a ver qué es lo que recibe del mundo y de las personas, por el contrario, quien se pregunta: ¿qué es lo que esperan los demás de mí?, asume una actitud activa porque se pone a ver qué le puede dar al mundo y a los demás.
En última instancia, vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a los problemas que la misma vida plantea y de cumplir las tareas que la misma vida ofrece. Dichas tareas y, consecuentemente el significado de la vida, difieren de una persona a otra, de modo que resulta completamente imposible definir el significado de la vida en términos generales ya que el vivir no es algo vago, sino algo muy real y completo, que configura el destino de cada ser humano, distinto y único en cada caso, pero no excluyente respecto de los demás.
El buscar una respuesta al sentido de la vida y al sentido del dolor y sufrimiento es ya un problema que la misma vida plantea y al cuál no hay que evadir.
Si analizamos la psicología del suicida podemos notar que él ya no espera nada de la vida. De este modo, a todo suicida en potencia se le hace comprender que la vida todavía espera algo de él. Lo anterior se vuelve un punto fundamental en la logoterapia.