Reflexiones sobre la Lumen Fidei: Parte introductoria
21/10/2025
Autor: Mtro. Carlos Ramos Rosete
Cargo: Profesor de Formación Humanista

La carta encíclica Lumen Fidei, del sumo pontífice Francisco, comienza abordando la fe cristiana como una luz. Una de las preguntas que se pueden plantear con relación a lo anterior son las siguientes: ¿qué clase de luz es la fe cristiana? ¿En qué se fundamenta la luz de la fe?

Pensar que la fe cristiana se fundamenta principalmente en una serie de proposiciones expresadas en dogmas puede ser un camino equivocado ya que, en tal caso, el cristianismo sería primigeniamente una doctrina que apelaría exclusivamente a la razón o logos humano. El movimiento ilustrado del siglo XVIII con un logos humano absolutizado retó a esa fe cristiana y la acabó reduciendo a oscuridad debido a que el contenido dogmático no se sujetó a los cánones de un logos humano absolutizado.

Ante esto una manera de defender a la fe cristiana con gran celo frente a la Ilustración es entrar en el campo de juego Ilustrado, buscando “demostrar” racionalmente esa fe cristiana fundamentada exclusivamente en dogmas. Huelga decir que este intento por muy bien intencionado que sea, termina perdiendo ante la Ilustración, teniendo como última defensa el decir que el contenido de los dogmas de la fe cristiana supera a un logos humano absolutizado.

Es verdad que la Ilustración absolutizó al logos humano, factura que será cobrada por la Posmodernidad con un logos light que deriva en un logos líquido y además es verdad que el contenido de los dogmas de la fe cristiana superan al logos humano. Pero, si la raíz de la fe cristiana se plantea exclusivamente como dogmas proposicionales que superan al logos humano, entonces se sigue una consecuencia que Francisco lo expresa del siguiente modo en el número 3 de la encíclica:

“La fe se ha visto así como un salto que damos en el vacío, por falta de luz, movidos por un sentimiento ciego: o como una luz subjetiva, capaz de enardecer el corazón, de dar consuelo privado, pero que no se puede proponer a los demás como luz objetiva y común para alumbrar el camino”.

Presentar la raíz de la fe cristiana como una doctrina que apela únicamente a lo intelectual, ha tenido como consecuencia que la fe cristiana sea evaluada como una posición subjetiva sentimental.

Francisco hace hincapié que la raíz de la fe cristiana está en el encuentro con el Dios vivo que llama al ser humano. Dios vivo que se hace presente en Cristo. La dinámica de la fe cristiana es un don sobrenatural en donde Jesucristo hace un llamado a todo ser humano, y si éste responde a ese llamado, la luz del mensaje y obra de Jesucristo ilumina a toda la existencia de cada persona.

La raíz de la fe cristiana es la persona de Jesucristo quien es el Hijo del Dios viviente. Jesucristo es quien tiene palabras de vida eterna en las cuales el ser humano puede apoyar su existencia y construir su vida. El momento intelectual de la fe aparece en un segundo momento junto con los dogmas. Si el contenido de estos últimos superan al logos humano, es porque la fe cristiana tiene su raíz en el seguimiento de la persona de Jesucristo, seguimiento en el amor y en la esperanza. Francisco llega a decir en el número 5 de la comentada encíclica: “La convicción de una fe que hace grande y plena la vida, centrada en Cristo y en la fuerza de su gracia, animaba la misión de los primeros cristianos”.