San Judas Tadeo, una figura muy popular
13/11/2025
Autor: Dr. Herminio S. de la Barquera y A.
Cargo: Profesor Investigador Escuela de Relaciones Internacionales

En días pasados, el 28 de octubre, se celebró la festividad de un personaje muy interesante, popular y ciertamente algo enigmático: San Judas Tadeo, de quien hoy hablaremos en esta columneja que perpetramos con osadía cada semana.

En cuanto al nombre, podemos decir que “Judas” (“Iudas”) es la versión helenizada del hebreo Iehuda / Yehuda, "alabado, alabanza de Dios (Yahvé)", según Gen 29: 35. El nombre era bastante común en la población judía de la Antigüedad, debido particularmente a un guerrero de hazañas legendarias: Judas “el Macabeo”, a quien las iglesias cristianas y los judíos consideran como un héroe. En efecto: el “macabeo” (de la palabra siria maqqaba, que significa “martillo” o “maza”, pues golpeaba a sus enemigos) fue el líder de la llamada “Revuelta de los Macabeos”, que en el siglo II a.C. se orquestó en contra de los seléucidas. Debido a la popularidad de este guerrero tan renombrado es que encontramos a muchos personajes con este nombre a lo largo del Antiguo y del Nuevo Testamento.

Sin embargo, dicho nombre ya no es utilizado en las poblaciones cristianas como nombre de pila, debido al estigma de alguien que también llevó ese nombre, pero que traicionó a Jesús, entregándolo a sus enemigos: Judas, el “Iscariote”, epíteto este último de dudoso origen y cuyo significado no ha podido ser resuelto de manera definitiva. De hecho, ya el padre de este Judas era conocido de la misma manera, según leemos en el Evangelio de Juan: Simón Iscariote.

Por su parte, el nombre “Tadeo”, de origen probablemente arameo, se interpreta como "el que alaba, el que confiesa", pero también como “valiente” o “de pecho ancho”. Dicho nombre, Tadeo, sigue en uso, a diferencia, ya dijimos, de Judas.

En la misma fecha en la que se conmemora a San Judas Tadeo se recuerda a su compañero Simón el apóstol, también llamado Simón el Zelote, quien goza del raro privilegio de ser el apóstol de quien menos información tenemos. Se le llamaba "Zelote", es decir: el fervoroso o el fanático, porque antes de unirse a Jesús había pertenecido a un grupo político extremista, opuesto a los romanos, el llamado bando de los zelotes. Probablemente haya desarrollado su labor misionera en Palestina; algunas leyendas lo hacen mártir, por lo que se le representa con una sierra, con la que supuestamente fue descuartizado.

Volviendo a nuestro personaje, San Judas Tadeo, hemos de decir que también de él disponemos de poca información históricamente bien sustentada. Las leyendas en torno a este personaje de los primerísimos años del cristianismo lo hacen obispo de Edesa ((actual Şanlıurfa, en la actual Turquía) y lo ven padecer el martirio, quizá hacia el año 44 -aunque algunos estudiosos señalan un par de décadas más tarde como fecha posible-, siendo el lugar probable -aunque sin certeza- la antigua Babilonia (hoy en día Han-al-Mahawil, en Irak).

Judas era hijo (o hermano) de Santiago (Lucas 6:16) y uno de los discípulos de Jesús; no debe confundirse con Judas Iscariote, como pide explícitamente el Evangelio de Juan (14:22). Allí, a Judas se le menciona sólo una vez en el Nuevo Testamento, cuando pregunta por qué Jesús revela su discurso de despedida exclusivamente a los discípulos y no al mundo entero. En la lista de apóstoles de los Hechos de los Apóstoles (1:13) se le llama Judas, mientras que en las listas de apóstoles de los Evangelios de Marcos (3:18) y Mateo (10:3) se menciona a un Tadeo, en ambos casos en la décima o undécima posición, después de Simón el Zelote. Algunos manuscritos bíblicos antiguos se refieren a Tadeo como “Lebeo” o “Judas el Zelote”, quizá por su parentesco con Simón.

La Iglesia primitiva, desde Orígenes de Alejandría (siglos II y III), consideraba a Judas y a Tadeo -o, mejor dicho, a Addai, su nombre hebreo- como la misma persona; sin embargo, el Acta Sanctorum (siglos XVII y XVIII) los trata por separado. Las Iglesias ortodoxas y la Iglesia asiria de Oriente también reconocen a Judas y a Tadeo como dos individuos distintos. En la Iglesia asiria de Oriente, Addai/Tadeo es venerado como cabeza de los setenta apóstoles. La tradición suele situar a Judas Tadeo junto a Simón, refiriéndose a ellos como los dos hermanos de Santiago el Menor, es decir, los hijos de Alfeo y María de Cleofás. La Epístola de Judas en el Nuevo Testamento, la última de las llamadas Epístolas Católicas, que frecuentemente se le atribuye, no es suya, aunque su autor se autodenominara “hermano de Santiago”. Como fuera, esta carta deja ver a un autor sumamente ducho en el manejo del griego, alcanzando un refinamiento comparable, por ejemplo, al de Lucas.

Según una leyenda recogida por primera vez por Eusebio de Cesarea (siglo IV), que se amplió hacia el año 400 en la llamada “Doctrina Addaei” y posteriormente se incluyó en la Legenda Aurea del dominico Santiago de la Vorágine (siglo XIII), transmitiéndose también en la Iglesia Armenia, el apóstol Tomás envió a Tadeo, tras la Ascensión de Cristo, bajo el nombre de Addai, a Abgar V, rey de Edesa. El rey padecía lepra y había pedido a Jesús que lo curara. Sin embargo, Jesús inicialmente sólo le envió una imagen fiel de sí mismo, un acheiropoieton, tras lo cual el rey sanó. Tadeo recibió el agradecimiento del rey, convirtió al pueblo a la nueva fe y fue el primer obispo de la ciudad antes de partir definitivamente.

Otras leyendas lo hacen misionero, junto a Simón, en Siria y Mesopotamia. Guiados ante el rey Jerjes como dioses con forma humana, lo bautizaron a él, a toda su corte y a miles de personas por todo el reino. Instados repetidamente a destruir los poderes enemigos, reiteraron su convicción: “No hemos venido a matar, sino a dar vida”. Tras numerosos milagros que demostraron la impotencia de los hechiceros y de los ídolos, estalló una revuelta de los sacerdotes. Según otras leyendas, los sacerdotes apuñalaron a ambos apóstoles hasta la muerte, los decapitaron o, según otra versión, torturaron a Tadeo con una maza y a Simón con una sierra. Una violenta tormenta acabó entonces con la vida de sacerdotes y hechiceros. El rey mandó buscar los cuerpos de los dos santos, sepultarlos y construir una gran iglesia sobre ellos. Este martirio que algunas leyendas señalan dio a ambos apóstoles y misioneros la calidad de “santos” en las comunidades cristianas de esos primeros años.

La popularidad de San Judas en los primeros siglos del cristianismo se refleja en la gran cantidad de festividades en las más variadas denominaciones cristianas. Las iglesias católica, luterana y anglicana conmemoran su festividad el 28 de octubre; el rito hispano -perteneciente a la iglesia católica, y conocido también como “mozárabe”- marca su festividad el 1° de julio. En Lisboa se conmemora también el traslado de sus reliquias a la iglesia jesuita de San Roque el 25 de enero. Las iglesias ortodoxas celebran la fiesta de San Judas el 4 de enero, 26 de mayo, 21 de agosto y 1° de octubre, mientras que los armenios lo hacen el 10 de febrero, 9 de abril y 22 y 24 de diciembre. El santoral de la iglesia copta registra su festividad el 26 de enero, 26 de junio y 22 de diciembre, y el 23 de julio se rememora el traslado de sus reliquias de Siria a Constantinopla por el emperador Constantino el Grande. La iglesia etíope (ortodoxa) sigue casi las mismas fechas que los coptos.

En la Iglesia católica, la festividad de San Judas se celebró por primera vez en la Galia y desde allí se incorporó al calendario romano, por lo que ya se le menciona en el Martirologio de Jerónimo (Martyrologium Hieronymianum, del siglo V, que por supuesto no es de San Jerónimo). Judas Tadeo fue un apóstol olvidado durante mucho tiempo en la tradición popular católica; fue redescubierto a finales del siglo XVIII y desde entonces goza de una popularidad creciente, particularmente en América Latina. Sus reliquias se veneran principalmente en la Basílica de San Pedro en Roma, pero también en la Iglesia de San Andrés en Colonia. A Judas Tadeo se le representa con un libro y pluma, un mazo o una alabarda, o con piedras; se le invoca como intercesor en situaciones desesperadas, causas imposibles y asuntos difíciles, por lo que la Secretaría General de nuestra universidad lo ha escogido como su santo patrono. Creo que todos estaremos de acuerdo en que esta elección fue perfecta.