Tal vez se trata de un libro que ya muchas personas conozcan, pues se trata de un éxito literario que no por nada ha sido traducido a más de 30 idiomas a partir de su publicación original en 1946, pero sin duda vale la pena recordarlo de todas formas, pues es un relato directo y crudo que nos muestra desde la perspectiva del autor, como vivió en carne propia los horrores de los campos de concentración nazis (Lager).
Además, no se limita a ser un simple relato de una experiencia pasada, sino que a lo largo del libro se lleva a cabo un análisis psicológico y científico de la situación, pues Frankl es reconocido a nivel mundial como el padre de la 3ra corriente más importante de la psicología y además padre fundador de la logoterapia. ¿Pero qué es la logoterapia? Bueno, en resumidas palabras se trata de una psicoterapia que propone a la voluntad de sentido de vida como la motivación primaria de los seres humanos, por lo que atender dicho aspecto forma parte fundamental de la recuperación del/la paciente.
Lo más interesante de este libro, y a la vez lo más impactante es el recorrido que hace primero enfocándose en la narrativa del autor, que se centra en relatar el día a día de él, los amigos y personas con quienes logró conectar durante su cautiverio en el lager, así como de los prisioneros en general y los oficiales alemanes de la SS (Schutzstaffel). El grado de descripción de cada acontecimiento que ocurrió dentro de los campos de concentración de Auschwitz y Dachau, dónde permaneció Frankl, nos invita a hacer una profunda reflexión y a cuestionarnos hasta que punto puede llegar la maldad del hombre.
Sin embargo, un punto que es ampliamente destacable y que nos ayuda a entender el comportamiento social cuando un mismo grupo de personas es sometido bajo las mismas circunstancias, es el hecho de que no se puede clasificar o separa a las personas buenas y malas en base a criterios como la religión, raza, país de origen, culto, comunidad, etc. Bajo su experiencia el autor comprueba como había tanto prisioneros judíos que se dedicaban a golpear a sus similares solamente por diversión, o para desquitar sus frustraciones, así como oficiales alemanes de la SS que ayudaron al escape de algunos prisioneros o que incluso les facilitaban comida a los prisioneros de manera ilegal cuando les era posible; él concluye que “El mismo hombre que construyó las cámaras de gas, es también aquel que entra en ellas rezando”.
Para concluir no queda más que mencionar que todo este ensayo gira al rededor de la búsqueda de la misión de vida de cada ser humano, el cual es único en su especie, siendo una receta individual que varía de un individuo a otro. Frankl a través de su proceso en el “lager” concluye desde su punto de vista como psiquiatra que lo que a él y a muchos de sus compañeros los mantuvo vivos y les permitió no perder la esperanza fue que diseñaron un propósito de vida que puede ser tan sencillo como buscar a su mascota perdida después de la guerra, pasando por buscar a la familia que les fue separada o bien la necesidad completar una investigación de años de trabajo que trajera un bien para la humanidad etc. Sin duda es un libro que me parece extraordinario para leer y así conseguir inspiración en estos tiempos dónde a veces pareciera que abundan momentos de necesidad, o de ausencia de la esperanza, sin embargo, me quedo con que “Una vez que se encuentra el porqué (de nuestra vida), no importan los cómo” es decir “El sufrimiento deja de ser sufrimiento cuando se tiene un sentido y una dirección”.