Flor Mariana descubre en Países Bajos la magia de Ser UPAEP
21/08/2024
Autor: Yolanda Jaimes

La estudiante de Logística de Negocios decidió cerrar su experiencia académica con un semestre de intercambio en el país europeo. 

“Ya había participado en actividades culturales, deportivas, mesas directivas y grupos estudiantiles. Lo único que me faltaba para vivir toda la experiencia de Ser UPAEP, era irme de intercambio”, expresó Flor Mariana González Tlapa, estudiante de Logística de Negocios, quien compartió con la comunidad estudiantil los pormenores de su estancia en la Fontys International Business School, en Países Bajos.

Aunque Alemania estaba en el top de sus opciones, debido a que estaba en sus últimos semestres, la lista de países donde podría realizar su intercambio se redujo a: Suiza, Francia, Austria y Países Bajos, pero finalmente en este último era en el que podía cursar el mayor número de materias:  Leadership Coaching, Event Management e International Business Management. 

Sin embargo, para llegar a Países Bajos, Mariana vivió toda una odisea, para empezar el largo proceso de postulación y aplicaciones para obtener financiamiento con becas y apoyos tanto de la SEP como de la UPAEP, ya que su familia no podía apoyarla económicamente. 

Para lograrlo, además de estos apoyos económicos, trabajó arduamente y rompió el cochinito donde tenía los ahorros de sus trabajos de todos los veranos cuidando niñas en campamentos de los Estados Unidos. 

“Cuando le dije a mi mamá que quería irme de intercambio, me dijo, sí vete, pero yo no tengo dinero, pero algo dentro de mi me decía Flor todo va a salir bien, tú aplica a todas las becas posibles. Incluso dejé una carta poder antes de irme a los Estados Unidos a trabajar, por si ganaba la beca de la SEP”, relató. 

Afortunadamente Flor obtuvo los apoyos para hacer su intercambio realidad y aunque todo pasó rápido, pues tan pronto regresó de Estados Unidos tuvo que tramitar su visa de estudiante y volar la semana siguiente para llegar a tiempo a su curso de inducción, llegó el momento en que cayó en cuenta que ya estaba sola y estaba de intercambio en Países Bajos. 

Crecer, el proceso inevitable

Mariana, venía de una dinámica de estar ocupada todo el tiempo en UPAEP, de siempre andar de aquí para allá, metida en muchas actividades; después en el Campamento como este año le asignaron un cargo de mayor responsabilidad, lo mismo, siempre anduvo muy activa. Por ello, al llegar allá, verse sola en su cuarto y sin actividades qué realizar, la aterrizaron de golpe a la realidad.  

“Los días del curso de inducción fueron intensos, pero ya el sábado que no estaba mi roomie y que estaba sola en casa, me cayó el veinte que estaba de intercambio, que debía comprar mi despensa y que debía aprender a cocinar porque no sabía cocinar absolutamente nada. Afrontar la soledad fue lo más terrible”, confesó. 

Y es que si bien Flor ya había viajado y trabajado en el extranjero, su dinámica académica se reducía a tener clases únicamente dos días a la semana. 

“Tenía demasiado tiempo libre, que fue bueno, pero al principio malo porque me sentía demasiado sola, llegó el bajón de que no tenía nada qué hacer, pero poco a poco fui tomando la rutina y me fui generando yo misma actividades. Compré hilos y me dediqué a bordar y a tejer, compré pinturas y me llevé mi ukelele. Eso me ayudó a distraerme”, compartió. 

Las clases

En el aspecto académico, Flor, detalló fueron solo 3 materias las que cursó, siendo la de Leadership in Coaching la que le gustó más debido a que el profesor tocaba temas de desarrollo personal, lo que le ayudó también para resolver su situación emocional en Países Bajos y le dejó muchas enseñanzas. 

“El profesor había creado un ambiente muy bonito en clase y nunca dejaba tarea, pero un día nos dejó ver una película y de 30 estudiantes, nadie lo hizo. Ese día nos regañó horrible y todos teníamos cara de culpabilidad. Después de media hora de regaños, nos dijo ¿por qué me dan el poder de hacerlos sentir mal? Nos dijo que era normal que alguien no la quisiera hacer, o por flojos, o porque se nos olvidó o simplemente porque no habíamos querido hacer la tarea, pero que a nadie debíamos darle el poder de hacernos sentir mal. Y eso nos pasa siempre y en distintos contextos”, explicó. 

Otra actividad que realizó en su clase de Event Management, fue una “Opps Party”, donde todos sus compañeros de intercambio participaron y la dinámica de la fiesta era que debían ir vestidos como si se hubieran equivocado de temática. Hubo quien fue de pijama, de boda, etcétera, pero el ganador del concurso fue un chico que fue de Gym y se puso a hacer su rutina frente a todos los demás. 

Su momento mágico en países bajos, que comparó como visita a Disneyland de un estudiante de Logística de Negocios fue una visita al Puerto de Rotterdam, un puerto que lo analizaron en sus clases en UPAEP como lo más top en Europa. 

“Yo no pude tomar clases de Logística de Negocios, pero un amigo me comentó que iría al Puerto de Rotterdam, y que si yo quería ir.Aunque no era seguro porque era una clase que yo no tomaba, llegué y le dije a la profesora que si me podía unir y me dijo que sí. Para mí fue como ir a Disney. Yo lloré. Ver los barcos, yo nunca había visto un barco en mi vida, esos barcos gigantes que cargan cerca de 24 mil contenedores, son barcos enormes. Además, no solo fuimos al puerto a ver los barcos de lejos, nos dieron un tour en un barquito. Con eso ya había valido la pena mi intercambio”, relató.

 

El negrito en el arroz

Si bien en términos generales, este intercambio fue una experiencia excepcional para Flor, tuvo dos o tres anécdotas que la retaron y le hicieron recordar que se encontraba en un entorno totalmente diferente al que estaba acostumbrada. 

En primer lugar, como tenía en mente viajar a final de año decidió conseguir un trabajo, pero tuvo que dejarlo porque investigó y era ilegal que pudiera trabajar. Después, a la semana de obtener su permisos de residencia, lo perdió junto con su visa y finalmente, en un viaje a Viena, debido a que extravió su ticket, cuando personal de seguridad se lo pidió y no pudo encontrarlo, tuvo que pagar una multa. 

“Yo estaba estresadísima porque pagué 205 euros por mi visa y luego la reposición costaba 150 euros, había trabajado demasiado. Estaba súper aferrada a que lo iba a encontrar. Busqué por todos lados porque estaba segura que no me lo habían robado. Allá hay una cultura de lo más mínimo que encuentras, lo regresas. Incluso hay una página en Internet donde la gente sube todo lo que encuentra, pero nada, nunca la encontré. Tenía un viaje a Marruecos, estuve llorando por tres semanas y antes de mi viaje fui a pagar mi permiso, que según decían tardaba 9 semanas en llegar. Y resultó que cuando regresé de Marruecos ya estaba la notificación de que pasara a recogerlo. Todo pasó, me estresé, lloré y nada, todo se resolvió al final de cuentas". 

De esta experiencia, dijo, aprendió a no sobre pensar las cosas y a no trasgredir las reglas como en el tren en Viena, que por no pagar un viaje, tuvo que pagar en vez de 15 euros, 100, por pensar que no pasaría nada si viajaba una estación sin boleto. 

Pese a todas las peripecias y contratiempos, Flor Mariana, invitó a quienes estén interesados en vivir una experiencia de intercambio a hacerlo sin dudar, pues aseguró “les va a cambiar la vida”.

Para obtener información sobre las opciones de intercambio por programa, las oficinas de Internacionalización se encuentran en el primer piso del Edificio T.