Alan Dávila vive su sueño en la University of Applied Sciences de Múnich
07/11/2024
Autor: Pedro Humberto Cadena Dávila
Foto: Cortesía

 

“La planeación es clave, no dependan de una sola beca” — Alan Dávila, estudiante de Ingeniería Mecatrónica, comparte los retos y aprendizajes de su intercambio en Alemania.

 

Un camino hacia el aprendizaje

 

Como estudiante de Ingeniería Mecatrónica, Alemania fue la primera opción de Alan Dávila Segura, quien la eligió desde su primer semestre como su destino para hacer un intercambio. Por su prestigio en la industria automotriz, este país representaba un sueño, así que tanto él como su familia se pusieron manos a la obra para poder hacerlo posible.

Alan comentó que ya que cuenta con una beca académica del 100%, su mamá decidió ahorrar todo el dinero que no invertían en su colegiatura para este viaje. Además, aplicó a las distintas becas que ofrece el área de internacionalización, y tuvo varios trabajos: personal en campamentos de verano, lavó coches los fines de semana y estuvo como recepcionista en un consultorio los tres meses previos a su partida.

“Mi recomendación para quienes decidan irse de intercambio es que inicien su proceso con tiempo y que no dependan de una beca, porque no siempre es seguro que se las otorguen. En mi caso yo obtuve la beca FEMSAC para el vuelo redondo, y la beca Movilidad de 50 mil pesos que ocupé para alimentos y transporte local. Se requiere de mucha planeación”, dijo.

 

El reto de una formación internacional

Entre clases en inglés y el desafío del alemán, Alan Dávila experimentó un modelo educativo exigente y vivió el contraste cultural en Alemania.

 

En Alemania, Alan Dávila estudió en la University of Applied Sciences ubicada en Múnich. Allí cursó Tecnología en Energías Renovables, Ingeniería de Proyectos, Electrónica de Potencia, y Vibraciones Mecánicas, que formaban parte de su Kardex, y como materia extra, el nivel B1 de Alemán.  

“Todos mis profesores eran alemanes, pero mis clases me las dieron en inglés, excepto, obviamente, la de alemán, en la que realmente no nos dejaban hablar en otro idioma. Al inicio me costó mucho trabajo, pero después de la cuarta clase me empecé a adaptar. La verdad yo quería tomar un nivel más bajo, para reforzar lo que había aprendido en México, pero por los horarios no pude. Sin embargo, estuvo mejor porque el profesor nos obligaba a hablar siempre en alemán”.

Su materia favorita, confesó, fue Electrónica de Potencia. “Son clases extensas, de tres o cuatro horas seguidas, una vez por semana. No había descanso y había que entregar la práctica ese mismo día, pero era una clase muy competitiva, muchos cálculos, mucha teoría, pero también muy práctica. Fue una materia difícil, pero de bastante aprendizaje”, compartió Alán Dávila.

 

Un choque cultural enriquecedor

Desde el manejo de los laboratorios hasta el estilo de vida sustentable, Alan Dávila descubrió una nueva perspectiva durante su estadía en Múnich.

 

Además de la duración de las clases, Alan se percató de algunas diferencias culturales, por ejemplo, el manejo de los laboratorios. Explicó que en Alemania los estudiantes no pueden llegar al laboratorio como en UPAEP, que están abiertos todo el tiempo, allá debían pedir permiso y estar siempre bajo supervisión.

También pudo notar estas diferencias en la vida cotidiana, como el consumo responsable de productos de origen animal. “Allá la gente suele optar por ser vegana o vegetariana para contribuir al cuidado del medio ambiente. En los restaurantes, por ejemplo, siempre había opciones vegetarianas o veganas”, relató.

Una experiencia interesante a su llegada, fue que no se percató que caminaba en el carril de bicicletas, y tuvo que acostumbrarse a caminar únicamente en el carril de peatones. Pese a todo, Alán Dávila aseguró haberse adaptado bien a la cultura, pues es muy ordenado y trata de seguir las reglas.

Dávila, concluyó con una observación de la riqueza cultural en Baviera, el sur de Alemania, donde la gente suele usar pantalones y vestidos tradicionales en sus festivales. “Así van vestidas en el metro y dicen que también suelen usar esta vestimenta en bodas, me pareció interesante”, expresó. 

Aseguró que esta experiencia internacional le ayudó mucho a crecer en lo personal y lo académico, y recomendó a quienes estén interesados en vivir un intercambio, a planearlo y prepararse si es que requiere un segundo idioma. “Aunque los primeros meses pueden ser difíciles, la experiencia es invaluable”, acotó.