Estudiante de Pedagogía e Innovación Educativa en UPAEP, relata cómo su participación en el programa Misión Internacional le permitió descubrir el valor de la fe, la gratitud y el amor en comunidad durante su estancia en Nairobi, Kenia.
Todo comenzó cuando postulé al programa hace unos meses. Darle el “sí” a una experiencia tan retadora me parecía algo muy lejano, casi como un sueño difícil de alcanzar. Sin embargo, las dos misiones previas que viví antes de la internacional enriquecieron profundamente mi visión sobre lo que implicaba misionar con un nuevo equipo y en contextos muy distintos a los que estaba acostumbrada.
Sin duda alguna, fue Dios, desde su divina providencia, quien me motivó a salir al encuentro de mis hermanos y a amarlos como Él me ama.
Una vez en África, mi equipo y yo fuimos asignados a la iglesia de Guadalupe, ubicada en Nairobi, la capital de Kenia. Esta asignación fue, a su vez, un gran reto, ya que nuestra iglesia atiende a dos realidades sociales muy contrastantes: por un lado, a la comunidad de Kibera, el segundo slum más grande de África, con altos niveles de pobreza extrema; y por otro, a sectores de Nairobi con una situación económica más estable.
Vivir estas realidades fue, en un inicio, un desafío emocional muy fuerte. Pero pronto entendí que, sin importar la condición social o económica de las personas, el amor de Dios se hace presente y se puede experimentar en cada encuentro.
Desde la misión, convivir con la comunidad keniana me enseñó a agradecer a Dios con el corazón día con día: por lo que tenemos, por los momentos compartidos, por las risas, los abrazos, por la alegría, por permitirnos entrar en sus hogares y, en ellos, vivir una entrega de amor sincera y agradecida.
Como misionera, aprendí a decir “gracias, Dios” con una alegría inmensa. Gracias porque, a pesar de comunicarnos en distintos idiomas, el lenguaje del amor de Dios siempre estuvo presente. Gracias a todas las personas que confiaron en mí, que me acompañaron en el proceso, que me motivaron.
Gracias al programa de Una Apuesta de Futuro por enriquecer genuinamente mi vida al apoyarme e impulsarme a vivir esta grandiosa experiencia y por motivarme a creer que no hay sueño tan pequeño que no tenga la grandeza de hacerse realidad.