El estudiante de Ingeniería en Biolecnología, cursó un año de intercambio en la Åbo Akademi University, en Finlandia.
Para Diego Contreras García, estudiante de Ingeniería en Biotecnología de UPAEP, salir de México para vivir una experiencia internacional era más que un plan académico: era un sueño de vida. El destino elegido fue Finlandia, país que lo atrajo no solo por su clima frío y la nieve, sino también por su liderazgo en ciencia e innovación.
“Siempre me habían llamado la atención los países nórdicos, sobre todo por el frío y la nieve, pero ya estando en la carrera investigué y vi que Finlandia era de los mejores lugares para estudiar biotecnología”, recuerda.
Un país en calma
Su llegada a la ciudad de Turku fue un choque cultural en el mejor sentido. Acostumbrado al bullicio de Cholula, encontró en Finlandia un ambiente sereno. “Es muy pacífica, no hay mucho ruido. Allá la gente va en su onda y todo es tranquilidad. Sí se siente mucha paz”, relató.
El campus universitario también lo sorprendió y es que, a diferencia de UPAEP en donde los edificios se encuentran centrados en el Barrio de Santiago, Åbo Akademi University está distribuida en distintos edificios a lo largo de la ciudad.
“Es un campus urbano. Dependiendo del día, tenías que caminar a diferentes planteles. Eso fue un shock al inicio, pero también una manera distinta de conocer la ciudad”, explicó.
La semana de orientación fue clave. Con otros 25 estudiantes internacionales conoció los campus, la biblioteca estaba que abría 24/7, el sistema de transporte, las bicicletas de renta y hasta la sorprendente calidad del agua del grifo, “tan limpia que te insisten varias veces que la puedes tomar directamente”, compartió.
Aprender biotecnología con estándares mundiales
Durante el semestre cursó ocho asignaturas: Next Generation Sequencing, Microbial Metabolic Engineering, Stem Cells, Materials for Biomedical Application, Good Manufacturing Practices, Industrial Biotechnology, Fermentation I y Bioinformatics for Cancer Research. Y aunque todas le aportaron algo distinto, hubo una que marcó la diferencia: Next Generation Sequencing.
“Fue mi favorita porque mezclaba teoría y práctica. Nos dejaron usar los secuenciadores de ADN directamente, algo que en México casi siempre se subcontrata a empresas. Poder meter mano en esa tecnología fue increíble”, confesó.
No obstante, las clases también reflejaron un choque cultural ya que en Finlandia la relación con los profesores es cercana y personal: “Allá no les dices Doctor o Maestro, los llamas por su nombre. Eso al inicio fue raro, pero te das cuenta de que son muy accesibles y están ahí para apoyarte”.
Una de las experiencias más memorables ocurrió en la clase de Fermentation, donde elaboraron cerveza artesanal como parte del curso. “Un compañero tiró toda la producción el último día, después de tres semanas de trabajo y el profesor, en lugar de regañarlo, agarró lo que quedaba… y se lo tomó. Todos reímos mucho”, compartió Diego.
Vivir la cultura finlandesa
Además de este episodio en la Universidad, Diego compartió que durante su estancia en el país nórdico la vida cotidiana le regaló momentos únicos como el sauna y hielo, la luz y la oscuridad, comida exótica pero también que existen lugares en donde la confianza y la honestidad pueden formar mejores sociedades.
Y es que allá, Diego probó la tradición local de salir del sauna para lanzarse al agua helada, una costumbre que, dice, “no solo es parte de su cultura, sino una forma de convivencia entre amigos”; experimentó inviernos con apenas 3 o 4 horas de sol, y primaveras donde la noche nunca es completamente oscura. “Podías salir a las 2 de la mañana y tener luz como de las 7 de la mañana en México”, relata.
En cuanto a la Comida exótica probó carne de reno, alce y oso, generalmente enlatada y al alto vacío. “Tiene un sabor único, no lo puedo comparar con nada. Es caro, pero forma parte de su tradición”.
Y experimentó la confianza social, pues en varias tiendas los clientes compraban sin que hubiera personal atendiendo. “Tú mismo pagas lo que consumes. Es impresionante la confianza que existe en la sociedad finlandesa”.
Además, se integró a la vida estudiantil con el tradicional overall lleno de parches, usado en eventos sociales universitarios, recuerdo que asegura es uno de los más valiosos junto con la snowboard que utilizó durante todo el invierno que pasó en Finlandia.
El respaldo de UPAEP y el consorcio ISEP
Si bien su familia le apoyó económicamente, Diego confirma que esta experiencia fue posible gracias a la red de apoyo que le brinda UPAEP a través del consorcio ISEP, apoyo que le permitió pagar colegiatura, hospedaje y alimentación en pesos mexicanos.
“Eso lo hace mucho más accesible, porque sabes cuánto vas a gastar y no tienes que preocuparte por pagar en moneda local. Además, ISEP te da seguro y una mensualidad para tus gastos”, agregó Diego quien además obtuvo la beca de FEMSAC que cubrió otra parte de los costos de su viaje.
Mirar más allá
Para Diego, Finlandia se convirtió en un segundo hogar que marcó su vida personal, académica y profesional. No solo amplió su visión científica, sino que también aprendió a confiar en sí mismo, adaptarse a nuevas culturas y valorar la riqueza de un país con tradiciones tan distintas.
“Vale totalmente la pena irse a Finlandia si estudias biotecnología. No solo conoces otra cultura, sino que te formas con las mejores herramientas y te abres al mundo”, aseguró.
En este sentido, envió un mensaje para aquellos estudiantes que tienen la espinita de cursar un intercambio o realizar una experiencia internacional.
“Atrévanse a salir, aunque el destino no sea el más común. A veces pensamos solo en Estados Unidos o España, pero hay lugares como Finlandia que te cambian la vida. Si tienen la oportunidad, háganlo. Es de las mejores experiencias que van a tener”, finalizó.