Dra. Madisson Contreras, una vida dedicada a servir con corazón y propósito
22/10/2025
Autor: Yolanda Jaimes

Creció entre libros y batas blancas y eligió Medicina porque cree que, como la vida, ésta se ejerce con empatía, entrega y amor. 

Desde niña, la Dra. Madisson Contreras Burelo creció entre historias de hospitales, guardias nocturnas y anécdotas de pacientes que sus padres —ambos médicos— compartían en casa. Sin darse cuenta, fue tejiendo su propio vínculo con la vocación de servir.

“Desde siempre supe que quería dedicarme a algo que ayudara a los demás, pero no imaginaba cuánto me transformaría la Medicina”, confesó.

Durante la secundaria, dudó entre estudiar Biología u Odontología, hasta que una práctica de laboratorio encendió en ella una certeza: la ciencia debía tener un rostro humano. Esa chispa la trajo a la UPAEP, donde encontró no solo una formación sólida, sino un espacio que moldeó su manera de ver la vida y el servicio.

Hoy, como Coordinadora del Área Clínica del Decanato de Ciencias Médicas, su nombre está ligado al compromiso, la empatía y el entusiasmo por enseñar. Pero más allá de los títulos y los logros, la Dra. Madisson se define como una persona que disfruta de las cosas sencillas, los lazos cercanos y los pequeños momentos de pausa que le dan equilibrio a su día.

Y es que su rutina suele empezar temprano. Después de revisar pendientes académicos y acompañar a sus docentes, dedica parte de sus tardes a la consulta médica o a su práctica privada. Sin embargo, al caer el fin de semana, la doctora cambia el bisturí por una espátula.

“Cocinar me relaja; me gusta recrear recetas que veo en YouTube, experimentar con ingredientes y compartirlo con mi familia o amigos”. Su especialidad son las cenas navideñas, que ella misma prepara de principio a fin, y las pizzas artesanales que suele hornear en compañía de sus seres queridos.

Cuando el trabajo se lo permite, también dedica tiempo a su novio, con quien disfruta ir al cine, visitar museos o pasear por algún parque. Y al volver a casa, la recibe Kiara, su pequeña pomerania, que la acompaña en sus ratos de descanso. “Es mi sombra. Siempre está ahí, siguiéndome por toda la casa mientras leo o preparo algo de comer”, compartió. 

Su vida es una mezcla de disciplina y calidez. Si algo la distingue es su capacidad de mantenerse fiel a su propósito, sin perder el equilibrio entre lo profesional y lo personal. No es casualidad que haya elegido la Otorrinolaringología, especialidad en la que la técnica se une con la sensibilidad del trato directo con las personas, pues para ella, el contacto humano es irremplazable.

Ese mismo espíritu guía su manera de enseñar. En las aulas busca que sus estudiantes entiendan que la Medicina no se aprende solo con libros ni con fórmulas. “Quiero que mis alumnos comprendan que detrás de cada diagnóstico hay una persona; que piensen, que sientan, que escuchen”, afirmó. 

Quienes la conocen saben que la Dra. Madisson tiene una energía serena pero firme. No se rinde fácilmente. Tras no conseguir su especialidad en el primer intento, se preparó con mayor empeño y lo logró en la segunda oportunidad. Ese episodio marcó su carácter y hoy lo comparte como ejemplo de perseverancia. “No por fallar una vez significa que te quedes en el piso. Te levantas, te limpias y sigues adelante”, dice, con la misma sencillez con la que motiva a sus alumnos.

Al hablar con ella, uno descubre que su éxito no radica solo en los títulos o reconocimientos, sino en la coherencia entre lo que cree y lo que hace. Ella cree en una Medicina al alcance de todos, en el poder del acompañamiento, en la enseñanza como forma de transformación. Cree en que cada persona, médico o no, tiene la responsabilidad de buscar el bien común.

En este sentido reflexiona sobre el significado que para ella tiene “Ser UPAEP”: “es comprometerte con los demás, guiar con ejemplo, innovar sin olvidar tus valores. Es formar parte de una comunidad que no solo enseña, sino que inspira”.

Y así, entre clases, consultas, recetas y momentos de calma junto a Kiara, la Dra. Madisson Contreras Burelo sigue escribiendo una historia donde el humanismo no es una idea abstracta, sino una forma cotidiana de vivir y de servir.