Puebla de los Ángeles, prototipo de negociación política
12/04/2024
Autor: Mtro. Juan Carlos Espina von Roehrich
Foto: Profesor Formación Humanista

Nos acercamos a un aniversario más de la fundación de la Puebla de los Ángeles. Fecha digna de conmemorarse para aquilatar la riqueza de nuestra herencia cultural y la relevancia de esta ciudad en el contexto del inicio mismo de la nación mexicana. 

México, crisol de civilizaciones y culturas, va surgiendo paulatinamente a partir del choque de la cultura occidental hispana con las diversas civilizaciones prehispánicas. Servirá como catalizador de este mestizaje la aún subvaluada y poco conocida conquista espiritual, en donde los más puros representantes del humanismo cristiano renacentista, los miembros de las órdenes mendicantes -franciscanos, dominicos y agustinos- con su testimonio callado y humilde, acercan el bagaje greco latino y cristiano a los pueblos dominados y a su vez, con gran generosidad, rescatan, pulen y difunden los elementos más relevantes de las culturas del Nuevo Mundo. 

En esta marmita donde a fuego lento se van fusionando las aportaciones culturales y genéticas de ambos continentes, más adelante se irán agregando ingredientes del oriente asiático y de África que con su originalidad y sabor característico, terminarán dándole a la nueva sustancia resultado de este revoltorio, su distintiva especificidad, su personalidad propia, su identidad.

Así es, México es mestizo. México es crisol de pueblos, culturas y civilizaciones. Y la concepción de nuestra nación la encontramos en el momento mismo en que este mestizaje inició. 

En estos años fascinantes, cuando México empezaba su gestación, ya concebido, también nace la Puebla de los Ángeles. Resultado de un ejercicio de planeación de la corona española, buscando resolver diversas problemáticas y atender diversas complejidades,  presentadas a raíz de la conquista de México Tenochtitlán y de los inicios de la dominación sobre extensísimos territorios e innumerables poblaciones. 

Es un primer dato a resaltar. Puebla no surgió accidentalmente. No fue un hecho fortuito. Fue resultado de una determinación política al más alto nivel. Tuvo desde su origen una finalidad clara y específica. Desde su planeación, Puebla estaba destinada a ser un ejercicio modélico de una nueva ciudad en un nuevo mundo para una nueva humanidad.

Bajo la responsabilidad directa de las más altas autoridades, la 2ª. Audiencia, con los consejos y directrices del primer obispo de la Nueva España -fray Julián Garcés, dominico, obispo de Tlaxcala-, bajo el seguimiento paternal de los primeros operarios de la Evangelización, la orden de los frailes menores de San Francisco, se determinó el mejor lugar para establecer una ciudad de españoles, sin agraviar las tierras y derechos de los señoríos cercanos de Tlaxcala, Cholula o Totimehuacan, para que tuvieran así un lugar donde establecerse, afincarse, avecindarse y “vivir en policía.” 

Vale la pena recordar que hasta ese momento, las primeras autoridades enviadas por la Corona habían dejado mucho que desear. El desempeño de la 1ª. Audiencia fue lamentabilísimo y perjudicial. Así que en la designación de los integrantes de la segunda, se procuró a personajes talentosos y virtuosos. Baste mencionar entre ellos a Vasco de Quiroga y a quien directamente actuará en la fundación de la nueva ciudad, Don Juan de Salmerón. 

Por la insistencia de los franciscanos, la determinación de evitar agraviar a los pueblos y ciudades de naturales para establecer poblaciones nuevas, también se aplicó a cabalidad. Los propios de estas tierras debían ser respetados en sus vidas, propiedades y costumbres que no contravinieran la nueva religión. Por ello, las recomendaciones del obispo carolense del valle de Cuetlaxcoapan como el lugar indicado.   

Para atraer nuevos moradores a la naciente ciudad se ofrecen ventajas a colonos y conquistadores para afincarse, exenciones de impuestos y privilegios no comunes a otros lugares. 

Pero ante la necesidad de mano de obra para los trabajos de delimitación y construcción de los primeros solares, y posteriormente, para el establecimiento del segundo asentamiento luego de las inundaciones del primero, la Corona se ve obligada a un ejercicio de convencimiento a las autoridades de los señoríos de Tlaxcala y de Cholula para que acepten apoyar con su gente el proyecto imperial. 

Causa enorme interés seguir el proceso de negociación que se establece entre el oidor Don Juan de Salmerón y los principales de Tlaxcala y de Cholula, con la intermediación de los frailes franciscanos, para convencerlos de colaborar en la fundación y establecimiento de la Puebla a cambio de privilegios y exenciones de ciertas responsabilidades: 

“En la cibdad de los Ángeles, miércoles XI de diciembre de mil e quinientos e treinta y dos años, el magnífico señor licenciado Juan de Salmerón, oidor de la abdiencia y chancillería de su Majestad, que en estas partes reside, por virtud de la comisión a él dada por los dichos señores presidente y oidores: estando presentes fray Luis de Fuensalida, guardián del monasterio del Señor San Francisco de Tlascala, e fray Alonso Xuárez, guardián de Tepeaca, e fray Jacobo, guardián de Guaxocingo, e fray Diego de la + [Cruz], guardián de Cholula; tomó asiento con don Francisco e con don Juan e don Diego, e con Santa Cruz, señores de la provincia de Tascala, que estaban presentes, y otros señores e principales de la dicha provincia, de su consentimiento de los dichos indios, en esta manera […]”1

Este gran acuerdo fundacional no solo fue trascendente para la corona y la recién creada ciudad de españoles, sino que lo fue también para las comunidades indias que salieron satisfechas del proceso de negociación, como lo evidencia el hecho de que para los cronistas indios la fecha de nacimiento de la nueva población es precisamente cuando Tlaxcala y Cholula comenzaron a cumplir el acuerdo semanas después de firmado: año 12 ácatl, 1533.2

Es decir, el proyecto fundacional de la Puebla fue posible gracias a un proceso de negociación entre tres actores: el cabildo de la ciudad de españoles, las ciudades de indios mencionadas y la corona. Cada uno desde sus posiciones respectivas y en búsqueda de sus propios intereses. Cada uno con su personalidad jurídica y en ejercicio de sus derechos. Todos dispuestos a ceder parte de sus pretensiones, en aras de un bien común. En esta estructura negociadora se buscaba generar acuerdos en los que todos ganaran. Y el caso de Puebla se vuelve prototípico de este tipo de negociaciones. 

Origen es destino: Puebla surgió con una aspiración modélica y ejemplar. Surge también gracias a la disposición a dialogar entre distintos y a la actitud de buscar siempre el bien superior. Sin renunciar a lo que cada quien es, pero en actitud de encuentro con el otro, con el distinto, que también es, construyendo el nosotros. 

A 493 años del inicio de este complejo y fascinante proceso que fue la fundación y establecimiento de nuestra ciudad, el momento histórico nos impele a seguir esa misma senda: tratar de construir futuro en búsqueda de una sociedad más humana y justa, donde los seres humanos vivamos en armonía y diálogo, sabiendo que siempre el mayor bien se alcanza escuchando al otro, definiendo puntos de encuentro entre diferentes perspectivas y conscientes de que para un buen acuerdo todos deben tener la disposición de ceder algo. 

Felicidades Puebla, felicidades poblanos. 

Referencias

1  Castro Morales, Efraín. “Suplemento del Libro Número Primero de La Fundación Y Establecimiento de La Muy Noble Y Muy Leal Ciudad de Los Ángeles”. Puebla. 2009. H. Ayuntamiento del Municipio de Puebla. Docto. 5; p. 9

2 Gómez García, Lidia E. 2016. “La Fundación de la Nobilísima Ciudad Puebla de Los Ángeles” In Puebla de los Ángeles En El Virreinato, edited by Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla y Fundación Amparo IAP, Puebla. Pp. 13-27.