Las elecciones del 2 de junio a la luz del informe de “Latinobarómetro” de 2023
26/06/2024
Autor: Dr. Herminio S. de la Barquera y A.
Cargo: Profesor Investigador Escuela de Relaciones Internacionales

Como bien lo saben mis cuatro fieles y amables lectores, a principios del presente siglo la democracia parecía marchar triunfante en muchas partes del mundo. Ahora, cuando el primer cuarto de siglo se aproxima a su fin, el panorama es, por el contrario, desalentador, pues ahora la democracia se encuentra a la defensiva y, en muchos países, en franco retroceso. Un ejemplo claro de esta situación triste y lamentable es el subcontinente latinoamericano; de hecho, el informe 2023 de “Latinobarómetro” -es decir, el informe más reciente de dicha organización no gubernamental, publicado en julio de ese año- habla de “La recesión democrática de América Latina”. 

Anotemos aquí, en un breve paréntesis, que la corporación “Latinobarómetro” es una organización privada, sin ánimo de lucro, que tiene su sede en Chile. Su directora es Marta Lagos, experta en temas de opinión pública y demoscopía. Esta institución concentra sus encuestas en la cultura política de América Latina y publica periódicamente sus resultados.

Si revisamos la historia política reciente de nuestra región, veremos que en ella nunca ha prevalecido la democracia en todos los países simultáneamente: siempre ha habido una dictadura, al menos. Pero la corporación “Latinobarómetro” no estudia a las dictaduras en su más reciente edición, sino que, como especialista que es en la cultura política de los habitantes, se concentra en el declive y en la vulnerabilidad de las democracias, que han venido desmoronándose continua y sistemáticamente. La diferencia es que ahora no gobiernan personajes autócratas que se impongan a la voluntad de los habitantes -como las antiguas dictaduras militares o el régimen del viejo PRI-, sino que, en muchas ocasiones, lo hacen con el respaldo de la mayoría de los electores.

Por lo tanto, la recesión de la que habla el documento que ahora seguimos se explica por el bajo apoyo que brindan las personas a la democracia, por el aumento en la indiferencia ante el tipo de régimen (dictadura o democracia), por la cada vez más evidente preferencia que muestran los ciudadanos en favor del autoritarismo, por el malísimo desempeño de los gobiernos (emanados o no de procesos electorales democráticos) y por la pésima imagen de los políticos y de los partidos políticos. Por lo tanto, hay pocos países con una calidad democrática alta (Costa Rica -aunque ahora con problemas-, Chile y Uruguay); en otros, la democracia está en estado crítico (como en México, Ecuador o El Salvador) y en otros sigue sin existir (Venezuela, Cuba y Nicaragua). El informe concluye que: “La recesión de la democracia en tantos países deja a la región vulnerable y abierta a más populismo y regímenes no democráticos y retrasa el proceso de consolidación de las democracias.”

Por cierto, en el informe que estamos ahora comentando se consigna que, en México, entre 2020 y 2023 se registró entre la población encuestada un apoyo al autoritarismo que creció once puntos porcentuales; además, el documento expresa su preocupación por los intentos del presidente López por cambiar las reglas electorales para “mejorar las opciones de su partido”, para lo cual preveía que el presidente mexicano contaría con el apoyo de al menos un tercio de la población. Los resultados de las elecciones del pasado 2 de junio confirman, lamentablemente, que “Latinobarómetro” tenía razón: López contó con la complicidad, voluntaria o no, de la mayor parte de los electores. Aunque haya habido un alto porcentaje de abstencionismo, podemos partir que, a un abstencionista, por su falta de compromiso, difícilmente podemos catalogarlo como un demócrata. Así que el porcentaje de no demócratas es, en nuestro país, muy alto. Con su actitud, los abstencionistas refuerzan, a fin de cuentas, el voto de quienes acuden a votar y otorgan su consentimiento a los candidatos que representan al autoritarismo.

También leemos en el informe que, en nuestro país, entre esos mismos años (2020 y 2023), se constata una pérdida de apoyo a la democracia entre la población, pasando de un apoyo del 43% a uno del 35%, a la vez que aumentó la indiferencia frente al tipo de régimen, alcanzando un 28% de los encuestados. Así que, si hacemos cuentas, poco más de un tercio de la población apoya la democracia (35%), a cerca de un tercio le tiene sin cuidado si vivimos en una democracia o en una dictadura (33%) y el tercio restante apoya abiertamente la opción autoritaria (33%). Con dichos números, no deben extrañarnos mucho los resultados de hace unas semanas, pues con esta falta de apoyo a la democracia, el país es, a decir del informe, “tierra fértil para autoritarismos y populismos”. Las actitudes del presidente López después de la jornada electoral del 2 de junio confirman estos temores: sus gestos de dominio sobre la candidata triunfadora (los besos y abrazos más típicos de un macho dominante que de un colega, amigo y compañero de lucha), su injerencia en la conformación del gabinete entrante, sus prisas por imponer su vengativa reforma al Poder Judicial antes de que termine su mandato, por la desaparición de la representación proporcional y por someter al INE a la voluntad del Ejecutivo.   

Es digno de consignarse que, en el informe 2023, México aparece en el apartado “3.2.2 Los países con democracias débiles o en retroceso”, lo cual ya nos indica la precariedad de nuestra vida democrática. Nuestra nación está acompañada, por sus niveles en estos rubros, por Honduras y Guatemala. Esto no es nada edificante, dicho sea esto con todo respeto para esas naciones hermanas.

Un punto que también vale la pena destacar en el informe es su definición de populismo: un régimen anti-instituciones, anti-pluralista, contrario a las élites, intolerante con ciertos grupos de la sociedad, partidario de la democracia directa y hegemónica (p. 40). ¿No define esto, muy certeramente, lo que hemos estado viendo desarrollarse en nuestro país en estos años, por parte del grupo en el poder? ¿Qué tan conscientes eran de esto los electores cuando emitieron su voto en apoyo a los candidatos de MORENA hace dos semanas? Sería muy interesante realizar un análisis sobre las motivaciones de los electores, por lo que aquí hay un campo de estudio muy amplio y enriquecedor para sociólogos, psicólogos sociales, mercadólogos, politólogos, etc. 

El estudio de “Latinobarómetro” encontró que una frase cada vez más común en nuestro subcontinente es: “No me importaría que un gobierno no democrático llegara al poder, si resuelve los problemas”. En México, un 56% de los encuestados respaldó esta aseveración, lo cual es sumamente preocupante, pues se trata nada menos que del poder que un ciudadano entrega a través de su voto a un gobierno para que pase por encima de las leyes, aunque no se trate de un gobierno militar. Esta es una actitud claramente populista y autoritaria consentida por los mismos ciudadanos. Cuando, más adelante, el gobierno vulnere los derechos de sus electores y restrinja sus libertades, ya será demasiado tarde para echar marcha atrás.

Debido a su historia política en la segunda mitad del siglo XX, es comprensible que la actitud “permisiva” de los ciudadanos frente a un régimen autoritario y populista es más débil en los países del Cono Sur: Chile, Uruguay y Argentina (aunque en este país, en las elecciones presidenciales de noviembre de 2023 contenderían varios candidatos populistas, uno de los cuales ganaría). El apoyo a un gobierno autoritario se va fortaleciendo conforme se avanza hacia el norte del subcontinente. México está, precisamente, más hacia el norte.

Otro dato preocupante: el 48% de la población mexicana está de acuerdo en que el presidente, en caso de dificultades, controle los medios de comunicación. Y otro más: mientras que en Costa Rica (86%), Venezuela (78%) y Panamá (78%) es mayoritario el rechazo a un gobierno militar -curioso, el caso de Venezuela-, en México sólo el 52% rechaza esta opción. Para un país que supuestamente quiere consolidar su democracia, es un porcentaje demasiado bajo.

En nuestra región latinoamericana, el perfil de quienes rechazan la opción de un gobierno militar y de quienes apoyan a la democracia es muy similar: personas mayores de 61 años, con educación superior, pertenecientes a las clases media y baja, y más hombres que mujeres. 

Los países latinoamericanos que más apoyan la opción de un gobierno militar “si las cosas se ponen difíciles” son: Paraguay (64%), Guatemala (55%), Ecuador (50%), Perú (44%), Honduras (43%) y México (42%). Estos seis países son, al mismo tiempo -lo cual no es de extrañar- los más vulnerables por su bajo apoyo a la democracia. 

Para finalizar con estos números, va un mensajito para nuestros desprestigiadísimos partidos políticos: ante la pregunta "¿Funcionan bien los partidos políticos?”, el 77% de los latinoamericanos contestó “¡No!”. El país en donde más encuestados dijeron que los partidos políticos funcionan bien fue Uruguay, con un 38%. En nuestro país, el 36% de la población cree que esas agrupaciones funcionan bien.

Según lo que el informe de 2023 deja ver, las crisis económicas no son decisivas para explicar el declive de las democracias en nuestra región, aunque hay que tomarlas en cuenta. Lo que al parecer percibe la población es que los gobiernos emanados de procesos democráticos no han sido capaces de lograr la igualdad de todos ante la ley, combatir efectivamente la injusticia, disminuir la desigualdad, combatir exitosamente la corrupción y fortalecer el estado de derecho. Los gobiernos no han sabido responder a las demandas de la población. 

Los datos anteriores dan la razón al informe de 2023: hay, desgraciadamente, un estado de recesión democrática en América Latina. Lo que no podemos afirmar es que aquí estén las únicas causas de los resultados electorales del pasado 2 de junio: hay que buscar otros factores tanto entre los electores como en la comunicación política desde el poder, en la falta de estrategias de la oposición, etc. Pero con esto ya podemos comenzar a ver qué debemos hacer, particularmente desde las universidades: debemos combatir la cultura política, muy difundida entre nuestra población, que apoya a los regímenes autoritarios, lo cual no siempre ocurre de manera consciente y abierta. Decía el filósofo Efraín González Luna, hace unos 70 años, que México ya tenía pueblo, pero que carecía de ciudadanos. Ahí está, por lo tanto, una de las tareas pendientes, que todos los demócratas debemos asumir y emprender: la formación de ciudadanos que reemplacen a los súbditos.