Lo que hoy nos dice el Dilema del prisionero
09/04/2025
Autor: Jorge Alberto Cervantes
Cargo: Estudiante Facultad de Filosofía

Los seres humanos somos seres sociales por naturaleza, es decir, que necesariamente nos relacionamos e interactuamos unos con otros. Hacemos amistades, trabajamos con otros en proyectos, buscamos y conseguimos pareja, contratamos personas que ofrecen algún servicio, jugamos contra otras personas, etc. Toda interacción humana puede reducirse a alguna de las siguientes dos estrategias sociales: competir o cooperar. Desde un punto de vista matemático y económico, tanto competir como cooperar traen beneficios a las personas. En toda interacción social buscamos maximizar nuestros beneficios, por ejemplo, hay personas que cuando compran algo en un mercado regatean con el vendedor o cuando alguien está cerca de reprobar una asignatura va a negociar con el profesor. Toda persona racional busca algún beneficio y evita las pérdidas. ¿Pero qué estrategia resulta óptima y mejor que las demás? La Teoría de Juegos estudia las decisiones de los individuos en situaciones estratégicas donde el resultado depende de las acciones de todos. Hay situaciones en donde es más beneficioso competir que cooperar y otras donde cooperar resulta más rentable. Dentro de la Teoría de Juegos existe un problema fundamental conocido como el dilema del prisionero que demuestra que dos personas pueden no cooperar pese a que si lo hicieran el resultado obtenido sería mejor para las dos partes (Rayo, 2015).

El dilema del prisionero se puede enunciar de la siguiente manera: “La policía nos acaba de arrestar a ti y a mí por ser sospechosos de un crimen. No se han encontrado pruebas suficientes para condenarnos y, tras habernos separado, un oficial de policía nos visita a cada uno y nos ofrece el mismo trato. Si yo confieso y tú no, serás condenado a cinco años de prisión mientras que yo será liberado. Por el contrario, si callo y tú confiesas, yo recibiré esa pena y tú serás quien salga libre. Pero si ambos confesamos el crimen, cada uno recibirá una condena menor, de sólo cuatro años. Si ninguno confiesa, ante la falta de pruebas, pasaremos un año en la cárcel acusados de un cargo menor" (Rayo, 2015).

  J2 Callar (cooperar) J2 Confesar (no cooperar)
J1 Callar (cooperar) -1,-1 -5,0
J1 Confesar (no cooperar) 0,-5 -4,-4

Figura 1

El resultado del juego (Figura 1) es que, sin importar lo que decida el otro jugador (J2), la mejor estrategia siempre será confesar (no cooperar), pues, nos da el mayor beneficio (0>-1) y el menor castigo (-4>-5). Veamos esto con más detenimiento. En el primer caso: si el otro jugador (J2) decide callar (cooperar), tengo (J1) dos posibles opciones callar o confesar. Si callo el resultado será (-1,-1) lo cual sería el mejor escenario para ambos, pero si confieso el resultado me beneficia más (0,-5). En el segundo caso: si el otro jugador decide confesar (no cooperar) y decido callar consigo el peor resultado para mí (-5,0), aunque si también confieso llegaremos al resultado óptimo para ambas partes (-4,-4). En pocas palabras, competir o, bien, no cooperar es más efectivo que cooperar.

La vida social es un dilema del prisionero repetido una y otra vez. Sin embargo, la cooperación ofrece a largo plazo mejores beneficios que los que obtendríamos compitiendo. El problema radica en que los beneficios por competir no requieren de condiciones extras como la confianza o un contrato. Regresando al ejemplo anterior, yo podría confiar que la otra persona va a callar y no confesar, pero no tengo ninguna garantía de que así lo hará. En todo caso, podríamos establecer un contrato donde nos comprometemos a cooperar, pero regresamos al mismo punto, no tengo garantía alguna de que cumplirá con su parte del trato. Entonces ¿cómo estimular la cooperación cuando no resulta tan rentable como competir?

Existen varios ejemplos en la historia de cómo la vida social es un juego constante del dilema del prisionero. Pensemos en la contaminación ambiental, la cual ha aumentado considerablemente en las últimas décadas. A partir de la Conferencia de Estocolmo en 1972 se han impulsado acuerdos entre las naciones para reducir las emisiones. Sin embargo, la falta de una institución supranacional que sancione a los países que no cumplen dificulta la cooperación. Viéndolo desde el dilema del prisionero: los países prefieren no reducir emisiones para evitar costos, aunque la cooperación global beneficiaría a todos. Una solución sería imponer multas mayores que los costos de reducir las emisiones, incentivando la cooperación. La solución radica en cambiar la matriz de costo-beneficio para que competir se vuelva menos rentable.

Robert Axelrod, gran contribuidor a la Teoría de juegos, en su artículo The evolution of cooperation (1984), afirma que la base de la cooperación no es la confianza sino la durabilidad de la relación. Esto quiere decir darles importancia a las interacciones futuras, la cooperación surge cuando las interacciones entre las personas son prolongadas en el tiempo. Pues al jugar un dilema del prisionero infinito, la siguiente acción en la siguiente partida será de gran importancia dado que los beneficios próximos dependen de las acciones actuales. Los soldados en una guerra de varios años se dan cuenta que hay un mayor beneficio en ser recíprocos con sus enemigos, pues, si los soldados atacaran las raciones y suministros del enemigo, ellos también harían lo mismo. Si las personas saben que es probable que se encuentren nuevamente en el futuro, tienen un incentivo para cooperar, ya que pueden esperar reciprocidad. En otras palabras, la cooperación se basa en la reciprocidad y no en la confianza ciega.

Como última reflexión, si es cierto que la base de la cooperación es la durabilidad de las interacciones y la reciprocidad, entonces esto sólo es posible en un mundo donde exista un tejido social fuerte, en donde las personas tengan una probabilidad significativa de volverse a encontrar. Hoy en día la soledad se convierte en una epidemia que azota a todos. La destrucción de las comunidades y la falta de espacios para sociabilizar promueven la competencia y la preferencia por estrategias no cooperativas. Para realmente construir una sociedad basada en la solidaridad y la cooperación se requiere comenzar por forjar nuevamente lazos comunitarios y recuperar espacios sociales que recompongan el tejido social.

Bibliografía:

Harsanyi, J. C. (1987). Morals by Agreement, David Gauthier, Oxford: Clarendon Press, 1986, 297 pages. Economics And Philosophy3(2), 339-351. https://doi.org/10.1017/s0266267100002984

Nielsen, R. P., & Axelrod, R. (1985). The Evolution of Cooperation. Academy Of Management Review10(2), 368. https://doi.org/10.2307/257983

Rayo Trigueros, R. (2015). El dilema del prisionero en la teoría de juegos [Trabajo de fin de Grado en Economía]. Universidad de Valladolid.