Universitas: reflexiones sobre el ser y quehacer de la Universidad
27/10/2022
Autor: Dr. Jorge Medina Delgadillo
Cargo: Director General de Innovación en Modalidades Educativas

“Profesar la verdad”

La utilidad de la etimología es más que anecdótica, supera la mera erudición, cumple la función de introducirnos en la historia de los conceptos y la evolución de las semánticas, es decir, nos enseña cómo han sido asumidas y entendidas las realidades y cómo han sido transmitidas a lo largo del tiempo. En no pocas ocasiones las etimologías son una forma de acceder a la ‘tradición’ y a la ‘esencia’.

Pues bien, los términos ‘profesora’ o ’profesor’ provienen del latín ‘professor’ y éste, a su vez, proviene de ‘pro’ y ‘fateor’, que equivale a: ‘declarar públicamente’, ‘admitir’, ‘profesar’, ‘reconocer’. Lo anterior introduce una interesante reflexión: el académico ciertamente busca la verdad, la busca incansablemente, la busca comunitariamente… pero también da testimonio público de su búsqueda, profesa un ideario.

Yo lamento que en muchas universidades se llame a los académicos por su último grado de estudios: ‘licenciatura, ‘maestría’, ‘doctorado’… Eso, además de suponer un cierto ‘clasismo’ académico, yerra al señalar algo accidental de la vocación y misión académica. En otras lenguas (portugués, francés, inglés, alemán…) se prefiere un vocablo: professor, professeur, professor, Professor… En una universidad de prestigio se obvia que el académico está suficientemente preparado -nadie quiere lo contrario-, más bien se atiende a una realidad más importante: si profesa la verdad, si testimonia aquello que enseña; eso no es accidental, es lo sustancial.

Hay dos textos que profundizan y amplían lo anterior. El primero es muy reciente:

“Los mártires, todos lo sabemos, son «un don gratuito del Señor» (…) Él es quien los convocó a este combate, quien les dio la fuerza para alcanzar la victoria, y quien nos los presenta ahora para nuestra edificación y como camino a seguir, porque los problemas no terminaron, la lucha por la justicia y por el amor de los pueblos sigue. Y para luchar no bastan las palabras, no bastan las doctrinas, lo cual sí es necesario, pero no bastan; bastan testimonios, y eso es lo que tenemos que seguir”. (Discurso, 14 oct 2022)

El segundo proviene del numeral 70 del Ideario de la UPAEP:

“El mejor maestro no es quien más sabe, sino aquél que es capaz de comunicar la verdad y de enseñar a amarla; el que forma en sus alumnos los hábitos de estudio e investigación. Maestro es aquél que enseña a aceptar la verdad y a vivirla hasta sus últimas consecuencias; el auténtico maestro enseña más con su vida que con la lección académica”.

Aceptación, vivencia, testimonio… Son verbos que, en ambos textos, enuncian una relación con la verdad. Porque, para ser sinceros, quedarnos en el ‘conocimiento’ de la información, en el desarrollo de habilidades del pensamiento, incluso en la ‘práctica’ de una técnica o en la influencia sobre la voluntad de los demás, sabe a poco… En la edad universitaria debiéramos aprender algo aún más importante (sin menoscabo de todo lo anterior): a forjar ideales, a luchar por ellos, a invitar a otros a hacerlo, a profesar la verdad. Y esto sólo lo enseña un auténtico profesor.