El dramático estado de los acuíferos del planeta
29/01/2024
Autor: Dr. Herminio S. de la Barquera y A.
Cargo: Profesor Investigador Escuela de Relaciones Internacionales

Es cierto: nuestro planeta se llama “Tierra”, pero hay más partes cubiertas de agua en él; sin embargo, sólo una minúscula proporción de esta es potable. Veamos estos datos: los océanos, esas enormes masas acuáticas, forman, junto con los ríos y lagos, lo que conocemos como hidrósfera o hidrosfera. Los mares y océanos representan un volumen total de un billón 338 mil millones de km³ de agua, esto es el 96.5% de toda el agua en nuestro planeta. Sólo el pequeño porcentaje restante (3.5%) es de agua dulce.

Si a esta escasez “natural” de agua dulce le agregamos que mucha de ella ya está contaminada y sumamos al cambio climático, veremos que no es nada raro que ya estemos entrando a una fase crítica en lo que respecta al aprovisionamiento de agua para consumo humano. Los recursos mundiales de aguas subterráneas están disminuyendo dramáticamente, y en muchos lugares a un ritmo cada vez mayor.

Esto es lo que concluye un equipo de investigación internacional a partir del análisis de 170 000 series de mediciones en más de 40 países de todo el mundo. Así, en uno de cada ocho de los casi 1 700 sistemas de aguas subterráneas analizados (acuíferos), el nivel del agua desciende más de medio metro al año. Esto es particularmente cierto en las regiones secas que utilizan mucha agua para la agricultura. Sin embargo, el estudio muestra también que esta tendencia puede frenarse e incluso revertirse. Todo es cuestión de querer hacerlo, de saber cómo y de organizarse.

La reducción en los niveles de los acuíferos puede ser intencional o no intencional. Esto significa que el descenso del nivel freático puede tener causas naturales o puede ser causado por acción humana.  En el primer caso, puede ocurrir que las capas acuíferas cambien a causa de un terremoto. Sin embargo, los humanos son responsables de la mayoría de los cambios –generalmente negativos- en los niveles de las aguas subterráneas. Si, por ejemplo, se extrae de los pozos más agua de la que el flujo subterráneo natural pueda suministrar, es inevitable que baje el nivel del acuífero.Generalmente se parte de una distinción básica entre descenso cerrado y abierto de acuíferos. En el caso del descenso abierto de aguas subterráneas, el agua es visible a medida que desciende. Sin embargo, en el caso del descenso cerrado del acuífero, el descenso se realiza en un cuerpo de tierra cerrado, es decir, donde no podemos ver el agua. Los especialistas dan seguimiento a estos fenómenos de descenso mediante los llamados “pozos de medición”.

"Los acuíferos son la principal fuente de agua para muchos hogares, granjas, industrias y ciudades de todo el mundo", escribe el grupo dirigido por Scott Jasechko de la Universidad de California en Santa Bárbara y Hansjörg Seybold, del Instituto Federal Suizo de Tecnología (Eidgenössische Technische Hochschule, ETH) en Zúrich, en un artículo publicado recientemente en la revista “Nature"; y continúa: "La extracción insostenible de aguas subterráneas y el cambio climático pueden provocar una caída de los niveles de aguas subterráneas, lo que dificultará el acceso a estos recursos".

Se trata del estudio más grande realizado hasta la fecha sobre el desarrollo de los niveles globales de agua subterránea. Para ello, el grupo evaluó datos de 170 000 series de mediciones durante al menos ocho años. En poco más de un tercio (36%) de los 1 693 sistemas de acuíferos examinados, el nivel disminuyó más de diez centímetros por año, y en un 12% incluso más de 50 centímetros.Una región en el noreste de Irán alcanzó, en estas mediciones, el valor pico, al registrar una disminución promedio de 2.62 metros por año; en partes de India y Estados Unidos, algunos niveles cayeron más de un metro por año, mientras que en Europa se menciona un sistema de aguas subterráneas en el sureste de España, en el norte de la región agrícola de Murcia: allí el nivel descendió 1,60 metros por año. Lo grave es que se trata de una región con vocación agrícola muy desarrollada. Desafortunadamente para España, hay otras regiones del país que, según este estudio, también están experimentando fuertes descensos en sus acuíferos: hablamos de zonas del sureste de la península, famosas por su producción de frutas y hortalizas que se exportan a gran parte de Europa. España es, digamos ahora de paso, quizá el país con mayores problemas de suministro de agua en el viejo continente. La tasa de hundimiento en el nivel de los acuíferos a nivel mundial que el equipo de investigadores encontró es verdaderamente alarmante. Y es que, si comparamos estos hallazgos con los datos de finales del siglo XX, nos daremos cuenta que la reducción del nivel freático en el 30% de los sistemas de agua subterránea se ha agudizado en el siglo XXI. En gran parte de ellos (80%), la disminución de las precipitaciones pluviales fue al menos un factor contribuyente. "No nos sorprendió que los niveles de agua subterránea hayan caído drásticamente en todo el mundo", afirmó Seybold en un comunicado de la ETH. "Pero el ritmo al que han estado cayendo desde el año 2000 nos ha sorprendido". Una de las razones del rápido hundimiento, especialmente en las zonas secas, es que en estas zonas se utiliza agua de forma intensiva para la agricultura y se bombea mucha agua subterránea a la superficie para regar los cultivos, no sólo en el sureste de España, sino también, por ejemplo, en el Valle Central de California. Sin embargo, no todas las noticias son malas, pues también hay tendencias que nos permiten ir en la dirección opuesta: "Nuestro análisis de los niveles de agua subterránea sugiere que las pérdidas de agua subterránea no son universales ni inevitables", escribe el grupo. En poco más de un tercio (36%) de los 542 sistemas para los cuales los datos se remontan al siglo XX, el declive se ha debilitado (20%) o incluso se ha revertido (16%) desde el año 2000, en parte como resultado de las medidas políticas que regulan la extracción del agua.El grupo cita como ejemplos a algunas regiones de Arabia Saudita, el oeste de Irán y la cuenca de Bangkok. Otro ejemplo positivo en Europa: el sistema de aguas subterráneas de Ginebra abastece de agua potable a unas 700 000 personas en el cantón de Ginebra y en el vecino departamento francés de Alta Saboya. Cuando en ambos países se bombeaba agua de forma descoordinada, el nivel freático disminuyó entre 1960 y 1970 tan drásticamente, que los pozos se secaron. Suiza y Francia acordaron entonces emplear agua del río Arve para elevar el nivel freático, es decir, para recargar al acuífero. El resultado final, si bien no llegó a lograr que el acuífero alcanzara su nivel original, si ayudó a demostrar que el nivel del agua subterránea no tiene por qué solamente bajar, subraya Seybold.No obstante, debemos cuidarnos de echar las campanas a vuelo, pues un ejemplo en los Estados Unidos nos demuestra que no siempre lo que funciona en un lugar funciona igualmente en otro: en Tucson, en el desértico estado de Arizona, ocurrió un caso que enseña que el desvío de agua de río para recargar acuíferos a veces puede resultar problemático. Para estabilizar el nivel freático, se extrajo agua del río Colorado, pero el problema es que este río es literalmente “saqueado” durante todo su curso para satisfacer múltiples necesidades de la población, la industria y la agricultura, de tal manera que sus aguas rara vez llegan a su desembocadura en el Golfo de California. Y mejor ni hablamos de la calidad de ese pobre río salado, cuando ocasionalmente llega a desembocar en aguas mexicanas. En general, podemos concluir que los casos de éxito son menos numerosos que los casos de pérdida de nivel de los acuíferos, de tal manera que la tendencia global es claramente negativa: en todos los sistemas de aguas subterráneas que se encuentran en declive, la disminución promedio es de 20 centímetros por año, mientras que en los sistemas que están en recuperación el nivel sólo aumenta 5 centímetros. Las regiones más afectadas por la disminución se encuentran principalmente en zonas de clima seco, lo que dificulta considerablemente la reposición de las aguas subterráneas, incluso si el consumo de agua disminuye. "Hay que reconocer que los acuíferos en semidesiertos y desiertos a menudo tardan cientos de años en recuperarse, simplemente porque allí no hay suficiente lluvia para poder filtrarse en el agua subterránea", dice Jasechko.Otro peligro proveniente de este fenómeno del descenso del nivel de los acuíferos amenaza a las costas. Si el agua subterránea cae por debajo de cierto nivel, el agua de mar puede penetrar. Esta agua salina no se puede utilizar ni como agua potable ni para regar los campos. Los árboles, cuyas raíces lleguen hasta el agua subterránea de origen marino morirán irremediablemente. Este fenómeno ya se puede observar en la costa este de los EE. UU., en donde existen extensos bosques llamados “fantasmas” en los que ya no queda ningún árbol vivo.Así que, como vemos, el problema de la cada vez más notoria falta de agua potable no es exclusiva de nuestro país. Sin embargo, tal como ocurre con otras políticas públicas (educación, seguridad, pensiones, salud), parece que nuestros gobiernos no tuviesen ninguna preocupación al respecto. En lo que atañe al aprovisionamiento de agua para la población, el gobierno de Felipe Calderón puso en marcha un plan para garantizar el abastecimiento con vistas al año 2030; el gobierno de Enrique Peña de alguna forma continuó con este plan, pero sin mucha convicción, y el de Andrés Manuel López simplemente ya lo abandonó. Posiblemente nuestro presidente crea que tomar agua y bañarse sean costumbres neoliberales.