Los Magos, modelos académicos vigentes
06/01/2023
Autor: Dr. Jorge Medina Delgadillo
Foto: Director General de Innovación en Modalidades Educativas

Durante este día celebramos el misterio de la Epifanía: la mostración del Misterio de la Ternura a toda la humanidad, representada en tres interesantes personajes: los Magos venidos de Oriente.

Ellos eran hombres de ciencia, eran auténticos académicos: buscadores de toda verdad, buscadores de la Verdad. La astronomía era la síntesis de los saberes: ciencias naturales, matemáticas, geometría, historia, filosofía… Estos Magos o astrónomos no seguían sus intuiciones o sus sesgos profesionales, no su metodología estrecha o la última moda científica; ellos seguían algo más allá, algo que les trascendía (la estrella), la cual, en perfecta armonía con las Escrituras, les condujo a un pequeño pesebre. 

La escena es por demás sobrecogedora. Esos premios nobel de la época salieron de sus torres de marfil y de sus papers, para ensuciarse con el polvo del camino, con la “realidad”. ¿Cuántas historias, cuántos sinsabores de su quehacer y cuántas alegrías no se habrán contado alrededor de las fogatas nocturnas de su largo peregrinaje? Porque el anhelo de verdad no encuentra plena satisfacción en un “sistema” o en un “método”, sino en el encuentro con Alguien que da sentido a toda la existencia, como nos recordaba el recién fallecido Benedicto XVI.

Y ellos eran tan sabios que estaban abiertos a que la verdad les sorprendiera con su manifestación. La acogieron, ciertamente, porque ella tomó la iniciativa de su manifestación, pero también porque iban a buscarla sin prejuicios. No cabe otra explicación al hecho de que lleguen a un comedero de animales y se arrodillen ante un bebé. En el pesebre de un pueblito muy lejano a sus tierras, centros de estudio y bibliotecas encontraron la Verdad. Su actitud inicial no fue ni la observación, ni la medición, ni el debate... fue la “adoración”. La Verdad de Dios, verdad que hace verdadera toda verdad, se acoge de rodillas. 

Los magos son un modelo académico bellísimo, son ejemplo de armonía entre fe y razón. Una inteligencia abierta a la trascendencia que da sentido a su quehacer y a sus anhelos más profundos. Los magos son como los patronos de todos los investigadores de las universidades católicas, como los referentes de lo que debe ser un auténtico académico. De ellos no conocemos, a ciencia cierta, sus nombres propios, no conocemos su obra, no dejaron memoria de sus descubrimientos... de ellos sabemos sólo un detalle pero que es fundamental: se dejaron encontrar por la Verdad. 

Si seguimos reflexionando, nos daremos cuenta que estos académicos, después de adorar, “dan”. Porque el encuentro con la Verdad suscita el “agradecimiento”. Traen tres humildes regalos: oro -porque reconocen que la Verdad ha de reinar-, incienso -porque la Verdad es Dios- y mirra -porque la Verdad es misericordia que, en su extremo, morirá por quienes ama-. Allí están las conclusiones de su investigación, allí está sintetizado su reconocimiento. No investigan para luego divulgar su descubrimiento en redes sociales y en revistas de prestigio (investigar para luego engreírse es vulgar). Por el contrario, ellos, después del encuentro, agradecen, reconocen, dan, callan. Su mente y su corazón ya no son iguales... porque buscando la verdad fueron mirados por la Verdad encarnada y experimentaron una transformación radical... ¿Qué más podrían pedir? Los Magos dan porque Alguien les dio, antes, una gran lección de donación.

Es curioso un dato que relata san Mateo en su Evangelio: de regreso, no pasaron con Herodes. Un ángel les advierte del peligro que significa ese asesino. Ellos lo evitan y van directo a sus tierras, donde seguramente sus clases y sus siguientes hallazgos fueron muy diferentes, coloreados de la alegría y de la trascendencia. Pero el detalle de pasar de largo por el palacio también puede significar el celo de un auténtico académico por no contaminar su quehacer con la “búsqueda de poder”. Porque, ¿qué tentación tan a la mano es la de identificar “saber” con “poder”? Los Magos podían haber cambiado su información por alguna silla al lado de Herodes, aunque esa información hubiera sido fatal. Ellos, por el contrario, custodian la Verdad, a su modo y con sus posibilidades. La Verdad les hace servir, y desde su servicio, seguramente siguieron ejerciendo algún rol de autoridad académica... pero es muy distinta la autoridad entendida como servicio que como obsesión por el poder. En fin, los Magos no pactaron con Herodes. Le dan un cuarto y último regalo, a la distancia, al Hijo de Dios: su silencio, su humildad, su "distancia al poder".

La silueta académica que delinean estos sabios, es fantástica. Releamos el pasaje completo (capítulo 2 de Mateo), pues seguramente encontraremos más y más detalles entre líneas de estos tres académicos.