Profesores profetas
16/02/2024
Autor: Dr. Jorge Medina Delgadillo
Foto: Vicerrector de Investigación

Una canción de Mecano comienza así:

Otro muerto, otro muerto
Qué más da
Si está muerto, que lo entierren y ya está
Otro muerto, pero no es sin ton ni son
De momento se acabó la discusión.

Un profeta (προφήτης) es el que ‘dice con anticipo’ algo. La posibilidad de pre-decir era signo claro de una elección divina. Por mediación del dicente, Dios mismo puede revelar su voluntad al pueblo. En la tradición judeocristiana se suele resumir la labor profética en dos grandes funciones: denunciar y anunciar. Jonás, Isaías, Elías, Juan Bautista… son testimonio de valentía y coraje, de proferir la verdad sin rodeos y sin maquillajes. ¿A quiénes? A todos: reyes y reinas, labradores y comerciantes, nacionales y extranjeros, ricos y pobres. Denunciar nunca fue cómodo, ni fácil ni les granjeó amigos o les aseguró puestos de gobierno, todo lo contrario. 

México se fundó sobre una laguna de agua dulce, hoy México vive sobre otra, la de la sangre de miles de muertos. Según datos que consulté, durante la presente administración federal, se han registrado más de 134 mil 594 homicidios en carpetas de investigación del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, mientras que, en la administración pasada, la de Peña Nieto, hubo 89 mil 860 carpetas por homicidio. El sexenio actual aún no termina. ¡El aumento es de casi el 50%!

Continúa Mecano…

Otro muerto, pero qué bonitos son
Calladitos, sin querer llevar razón
Otro muerto, pero tiene su porqué
Algo ha hecho y si no pregúntale

Mis vecinos, compañeros de trabajo, amigos del gimnasio, familiares, estudiantes… todos somos testigos de la violencia, del crimen, de la impunidad. Todos conocemos a alguien al que el crimen organizado le “cobra derecho de piso”. Pero desde Palacio se tiene esta estrategia: grita, vocifera, di mil o diez mil veces que “todo va mejor”, que “nada sucede”, que “son inventos de los adversarios”. Como si el sonsonete mañanero nos devolviera la sangre, y reviviera a los muertos, y generara la paz. Como si las becas y los apoyos fueran una mordaza y un grillete. Como si tanto atole con el dedo nos hubiera dejado atole en las venas. 

No importa comer junto a narcotraficantes, hacer campañas con su dinero o cederles regiones enteras del país. No importa la inseguridad en las carreteras para los transportistas. No importa casi nada de lo anterior, si en seguida se añade: “…algo habrán hecho”. Mecano acierta en denunciar la estrategia de quien se lava las manos al insinuar que la víctima no era del todo víctima.

Calladitos, ahí están nuestros muertos. Así nos tienen, calladitos, a todos los mexicanos.  ¡Qué bonitos somos los mexicanos! Somos mulas de aguante, no rezongamos ni aunque nos hieran. Las comparaciones siempre son odiosas, y más cuando comparamos muertes. Pero reparemos en el escándalo que supone el conflicto israelí-palestino: 1,200 israelíes muertos; más de 22,000 palestinos muertos. ¡Este conflicto ha indignado a todo el orbe! Sin embargo, en México llevamos al día de hoy casi 6 veces la cantidad de muertos en este sexenio que la lamentable y trágica cifra de ese conflicto en Medio Oriente. Seis veces más trágica y lamentable nuestra suerte… pero todos estamos bonitos, calladitos, quietecitos. 

La academia tiene una misión profética ineludible: denunciar. Denunciar con inteligencia, con audacia, con valentía, con cifras duras, con argumentos… ¡denunciar! No hacerlo es cooperar. Nuestro silencio –silencio de los vivos–, contribuye a que crezca el silencio de los muertos.

Los profetas no fueron únicamente aves de mal agüero ni vaticinadores de castigos. Su otra función era el anuncio, la esperanza, la construcción. Que hay otra Patria que debemos construir, ni duda cabe. Manos a la obra, académicos. Tracemos rutas, modos, vías… tendamos puentes, creemos sinergias, aglutinemos fuerzas. 

No podemos sólo abrir los ojos a la realidad y dejar a un estudiante así, así con el corazón en vilo, así, lleno de desesperación, así, con ganas de largarse del país y sobrevivir en otra latitud. Pero tampoco somos constructores de burbujas de cristal y de sueños rosas, ingenuos artesanos de proyectos, ignorantes de la situación dramática, indiferentes al dolor que asola a muchos.

Ni solamente denunciar injusticias, ni solamente anunciar esperanzas. Las dos cosas a la par. Porque si las dos cosas las hacemos, seremos profesores profetas, profetas profesores.