- Hay un México profundo, uno que hace oír su voz de vez en cuando, que no comparte el vocabulario de los eruditos, ni de los economistas, ni de los politólogos. Un México sencillo, de piel curtida, de mirada triste y con unas ansias enormes –ansias siempre contenidas– de que la suerte le sonría a ellos o de que la suerte le dé la espalda a los contrarios, pero, a fin de cuentas, de que la suerte empareje los cartones a todos. En ese México habita la mayoría de los mexicanos. No reconocerlo puede deberse a la indiferencia, a la arrogancia o a la ignorancia.
Lección primera: Enraizarnos, hermanarnos, solidarizarnos. Mientras no lo hagamos, no podremos entusiasmar con sueños, canciones ni horizontes.
- Hay muchos en México que hoy estaban alegres. Los vi en la mañana: era el del triciclo de tamales, la señora del aseo, el poli de seguridad, el chofer del micro, el viene-viene, el del camión recolector de basura, tres jóvenes estudiantes, los de la miscelánea de la esquina, dos abuelos que temían por su pensión... Ellos, y otros más, escuchan a diario a Andrés Manuel, porque Andrés Manuel les habla a diario a ellos. Y, aunque no es santo de mi devoción, debemos reconocer que les habla en su idioma, con sus dichos, y comparte sus enojos, sus bromas y sus deseos. Ellos hoy estaban bien contentos. Ellos no se preocupan por la bolsa de valores ni por el dólar. Debemos reconocer que su movimiento político supo escuchar y supo hacer suyas las demandas históricas de un pueblo.
Lección segunda: Recuperar el habla sencilla y común, pero vayamos más allá. Creemos narrativas que nos conecten y que, a la vez, generen esperanza y den rumbo. Creemos narrativas de unidad, pero sin ingenuidad (a las injusticias lacerantes que aún persisten). Creemos narrativas de futuro, pero sin olvidar las deudas pasadas que aún no están saldadas.
- Nomás mirar la foto cuando Xóchitl aceptó que la votación no le favorecía. Ella, con un aplomo y gallardía que no se veía en el resto de personas. Bien dijo al inicio que no pertenecía a partidos. La oposición no sólo debe resignificarse, debe crearse de nuevo, debe refundarse. La marca PRIAN es un lastre que no conviene heredar. Morena lo supo bien y nos lo recordó a todos.
Lección tercera: Es momento de comenzar a crear un nuevo movimiento o partido político por los derechos, la seguridad, la democracia y la justicia. Los protagonistas deben ser jóvenes.
- Después de 200 años, México será gobernado por una mujer. Eso es un “signo de los tiempos”, y debe serlo para muchas instituciones en las que aún persiste la inercia de la inequidad de género en puestos de alta dirección o de gobierno, pero debe serlo también para los hogares, los comercios, las pequeñas empresas.
Lección cuarta: La hora de la mujer –hora tan dilatada para nuestra Patria– por fin ha llegado. Está en nosotros que sea un acontecimiento profundo que marque un antes y un después para un país terriblemente machista.
- Me preocupa mucho el que demos todo el poder a una única opción política. Esto nos pone al borde de una dictadura. ¡Espero que nunca suceda! ¿Qué contrapesos quedan? La sociedad civil organizada, creativa y trabajadora. La sociedad civil crítica y propositiva. La sociedad civil creyente y fiel a su fe. Ahora bien, sin menoscabo de lo anterior, es hora de dar el do de pecho en algo que es importantísimo: ¡aprendamos a colaborar y a trabajar con cualquier opción política!
Lección quinta: Que nos distingamos por colaborar con todos… ¡con todos! ¿No acaso el bien común nos urge a ello? ¡Basta de católicos reactivos y a la defensiva, que añoran tiempos pasados! Es la hora de la esperanza, la del trabajo, la del testimonio.