Necesario fomentar la separación de basura desde casa. En México sigue sin consolidarse una cultura sólida del reciclaje.
A pesar de décadas de campañas escolares, avances tecnológicos y discusiones internacionales sobre cambio climático, en México sigue sin consolidarse una cultura sólida del reciclaje. Así lo advirtió Francisco Javier Sánchez Ruiz, profesor investigador de la Facultad de Ingeniería Ambiental y Desarrollo Sustentable de la UPAEP.
En su intervención, el especialista señaló que aunque desde la niñez muchas personas han recibido información sobre las “tres R” (Reducir, Reutilizar y Reciclar), en la práctica sigue habiendo una enorme desconexión entre lo que se sabe y lo que se hace.
“Han pasado generaciones enteras, pero pareciera que seguimos igual. Se ha educado en el reciclaje desde la primaria, y sin embargo no tenemos una cultura que nos diga claramente qué sí se recicla, cómo y por qué”, lamentó el académico.
Sánchez Ruiz presentó cifras preocupantes: tan solo en Puebla, en el año 2000 se generaban 2,000 toneladas diarias de residuos sólidos urbanos. Hoy, en 2025, esa cifra se ha triplicado, alcanzando las 6,000 toneladas por día. En el municipio de Puebla, el crecimiento fue de 1,200 a 3,400 toneladas diarias.
Lo más alarmante es que entre el 46 y el 48% de estos residuos son orgánicos —restos de comida y cáscaras— que podrían compostarse fácilmente. Otro 17% corresponde a cartón y papel, y entre el 18 y el 20% a plásticos. “Es decir, la gran mayoría de nuestros residuos podría reincorporarse a la cadena de valor, pero no lo estamos haciendo”, subrayó.
El académico también hizo énfasis en el fracaso de ciertas políticas públicas, como la reforma de 2020 que buscaba reducir el uso de plásticos de un solo uso. “Cinco años después, los niveles de generación de plásticos no han disminuido. Seguimos consumiendo y desechando igual, y los rellenos sanitarios ya están al límite de su capacidad”, señaló.
Uno de los puntos que más desalientan a la ciudadanía, según explicó el profesor, es la falta de continuidad en la cadena de recolección: “Muchas personas sí separan la basura en casa, pero cuando pasa el camión recolector, todo se mezcla. Eso desincentiva los esfuerzos individuales y muestra que todavía no hay una estrategia nacional ni local bien articulada”.
Además, explicó que la valorización de residuos también influye. Por ejemplo, los recolectores informales suelen llevarse cartón y algunos plásticos porque tienen valor de reventa, pero dejan materiales como poliestireno o polipropileno porque no tienen salida económica. Esto, sumado a la falta de infraestructura de reciclaje, hace que muchos materiales acaben enterrados o quemados.
Dijo que el cartón y el papel pueden reciclarse hasta 20 veces, dependiendo del estado de la celulosa.
Los plásticos tienen un límite menor: en promedio, solo pueden reciclarse tres veces antes de perder sus propiedades mecánicas.
El vidrio aún es reciclable, aunque cada nuevo producto debe contener al menos una parte de material virgen.
La materia orgánica, como los restos de comida, puede aprovecharse en procesos de compostaje.
“No se trata de inventar el hilo negro”, dijo, “sino de aplicar lo que ya sabemos. Si separamos bien la basura en casa y si las autoridades garantizan que esa separación se respete en toda la cadena de gestión de residuos, tendríamos un gran impacto positivo en el ambiente”.
Hizo un llamado urgente a las autoridades locales y federales para implementar políticas públicas claras, con recolección diferenciada por tipo de residuo, educación ambiental continua y fortalecimiento del mercado de reciclaje.
“Todos los materiales que generamos pueden tener una segunda vida. Pero sin cultura, sin infraestructura y sin compromiso colectivo, estamos condenados a seguir enterrando recursos valiosos y contaminando nuestro entorno”, concluyó.
Una de las propuestas más viables para incentivar la separación de residuos en origen es establecer rutas de recolección diferenciadas por día, tal como ocurre en algunos países de Europa, Estados Unidos o incluso en Sudamérica, donde Chile se ha convertido en referente en este tema.
“El problema no es modificar camiones para que tengan compartimentos separados. Eso no se ha visto en ningún país con éxito. Lo que sí ha funcionado es que se recolecta, por ejemplo, lunes y jueves residuos orgánicos, martes y viernes inorgánicos. Eso permite optimizar el uso de combustible, rutas y sobre todo, reducir lo que llega a los rellenos sanitarios”, explicó Sánchez Ruiz.
Esta estrategia no solo facilitaría la separación de residuos, sino que podría fortalecer una cultura más responsable sin necesidad de sanciones. “Se trata de generar educación con refuerzo positivo, no con multas. Si alguien se equivoca de día al sacar la basura, se le debe informar y pedirle que lo guarde, no castigarlo. Así se fomenta un aprendizaje colectivo”, puntualizó.
Otro de los desafíos que enfrenta México es la precariedad de la infraestructura y de los procesos de recolección. Aunque en ciudades como Puebla ya se observan camiones modernizados, en muchas otras regiones se siguen usando carretones o camiones de volteo que no son aptos para la gestión de residuos sólidos urbanos.
“El problema se agrava cuando los operadores de estos vehículos mezclan todo tipo de residuos, rompen las bolsas y hacen imposible el reciclaje posterior. Eso no solo es una pérdida de materiales aprovechables, sino una amenaza ambiental directa por la generación de lixiviados y gases contaminantes”, alertó.
Además, destacó que es necesario capacitar al personal de recolección y dignificar su labor. “Muchos recolectores voluntarios hacen una gran labor ambiental, pero son marginados de las zonas residenciales, donde se genera la mayor cantidad de cartón, por ejemplo”, dijo.
Un dato relevante compartido por Sánchez Ruiz fue el volumen de cartón que genera una familia según su poder adquisitivo. “Una familia de clase alta puede generar entre 7 y 8 kilos de cartón por semana, debido principalmente a las compras en línea. Una familia de clase media genera entre 4 y 5 kilos y una de clase baja apenas medio kilo. Pero es justamente en las zonas de mayores ingresos donde menos se recicla, por las restricciones de acceso a recolectores voluntarios”, explicó.
Esta información resulta fundamental para diseñar políticas públicas focalizadas y eficaces, ya que revela dónde se concentra el problema y qué sectores podrían tener un mayor impacto positivo si adoptaran prácticas sostenibles.
Finalmente, Sánchez Ruiz hizo un llamado a la ciudadanía a tomar acciones concretas desde casa. “El 46% de los residuos que generamos son orgánicos. ¿Por qué no hacer composta si tenemos espacio? En la UPAEP podemos asesorar a familias interesadas, sin costo, para que generen su propio abono orgánico. Es una forma simple, económica y muy efectiva de reducir el volumen de residuos”, indicó.