UPAEP llama a reflexionar sobre las consecuencias estructurales y geopolíticas del conflicto bélico, entre Estados Unidos e Israel con Irán.
Académicos del Departamento de Formación Humanista y la Licenciatura en Relaciones Internacionales de UPAEP, analizaron el conflicto bélico entre Estados Unidos e Israel contra Irán, destacando no sólo su impacto directo en Medio Oriente, sino las profundas implicaciones que esta nueva escalada militar tiene para el sistema internacional, y cómo puede afectar a países como México.
Juan Pablo Aranda Vargas, Director del Departamento de Formación Humanista de UPAEP, ofreció un panorama general sobre el contexto global que enmarca este conflicto. Señaló que estamos presenciando un momento de inflexión histórica que marca el debilitamiento del orden internacional surgido tras la Segunda Guerra Mundial y consolidado luego de la caída del Muro de Berlín.
“Estamos ante una crisis del régimen político global. La democracia liberal, que se impuso como modelo hegemónico tras el colapso soviético, ha perdido fuerza. Estados Unidos, antes líder indiscutible del orden mundial, muestra una fragilidad alarmante desde los disturbios en el Capitolio en 2020. El desinterés de ese país por sus propios compromisos internacionales es el reflejo más claro de un mundo en desorden”, afirmó el académico.
Aranda Vargas advirtió que este conflicto se suma a un proceso de realineación geopolítica global, donde potencias como China, Rusia y Europa están delineando una nueva arquitectura del poder. En este caos, los grandes problemas estructurales que enfrenta la humanidad —como el cambio climático, la migración forzada, la desigualdad o el tráfico de personas— están siendo desatendidos.
“Mientras los reflectores están en la guerra, los verdaderos desafíos que comprometen la supervivencia humana están siendo ignorados. Esta guerra es un síntoma de una crisis más profunda que amenaza el futuro del planeta”, subrayó.
Por su parte, Herminio Sánchez de la Barquera, profesor investigador de la Licenciatura en Relaciones Internacionales de UPAEP, explicó la dimensión geopolítica del conflicto y sus antecedentes. Recordó que Irán fue aliado de Estados Unidos durante el régimen del Shah hasta la revolución islámica de 1979, tras lo cual se instauró una teocracia que permanece hasta hoy. Esta enemistad con Israel, indicó, es considerada existencial por el Estado israelí.
“Israel está convencido de que Irán representa una amenaza real a su existencia. Y si Irán llegara a obtener armas nucleares, ese temor se volvería permanente. Por eso, tanto Israel como Estados Unidos han actuado militarmente para frenar ese desarrollo”, explicó.
Sánchez de la Barquera advirtió, sin embargo, que esta ofensiva militar puede tener un efecto contrario: reforzar el convencimiento iraní de que la única garantía de seguridad es obtener la bomba atómica.
“Lo paradójico es que estos ataques no disuaden a Irán, sino que lo impulsan a emular a Corea del Norte. La lógica es simple: nadie ataca a un país con armas nucleares. Este conflicto podría acelerar, no frenar, el programa nuclear iraní”, señaló.
También destacó que los ataques recientes, aunque quirúrgicos y contundentes, no han destruido por completo el programa nuclear iraní, y las evaluaciones sobre el daño varían entre informes técnicos y afirmaciones políticas de figuras como Donald Trump, quien busca réditos electorales.
Además, alertó sobre el vacío político que podría surgir si el régimen iraní colapsa sin una alternativa clara, situación que ya se ha visto en países como Libia, Irak o Afganistán.
Ambos expertos coincidieron en que, aunque el conflicto ocurre en una región lejana, México no está exento de consecuencias. La primera y más directa es de carácter económico.
“Toda guerra en Medio Oriente genera inestabilidad en los mercados internacionales, especialmente en los energéticos. Si sube el precio del petróleo o del gas, México lo resiente directamente: aumentan los precios, se presiona la inflación, se complica el comercio. Además, la volatilidad financiera ahuyenta inversiones”, explicó Juan Pablo Aranda.
Pero también está el impacto estructural: si la cooperación internacional se debilita por conflictos como este, los grandes temas que afectan a México —como el cambio climático, el narcotráfico transnacional, la migración o la seguridad fronteriza— se vuelven aún más difíciles de atender.
“México necesita un sistema internacional fuerte y cooperativo para enfrentar sus propios desafíos. Un mundo dividido y en guerra no ofrece eso”, concluyó Aranda Vargas.
Los académicos llamaron a los medios de comunicación y a la sociedad en general a no perder de vista los grandes temas estructurales que esta guerra puede ocultar.
El conflicto entre Estados Unidos, Israel e Irán no es un evento aislado, sino parte de una transformación profunda del orden mundial. Aunque México no participa directamente en este enfrentamiento, sus consecuencias podrían sentirse en el terreno económico, diplomático y ambiental. La guerra no sólo mata personas; también debilita los puentes necesarios para construir soluciones globales. Y en este nuevo desorden mundial, nadie —ni siquiera México— está al margen.
Desde una visión global, Juan Pablo Aranda explicó que el actual conflicto bélico marca un punto de inflexión en el sistema internacional. “Estamos ante una crisis del orden político global que comenzó a tambalearse desde los ataques del 11 de septiembre y que hoy se recrudece con un Estados Unidos debilitado internamente, sin rumbo claro, y cada vez más replegado en sus propios intereses”, afirmó.
El académico agregó que esta guerra no puede verse como un episodio aislado, sino como parte de una “realineación geopolítica” en la que emergen nuevos actores como China y Rusia, que buscan ocupar el vacío de poder dejado por Washington. “Este es un mundo sin hegemonía clara, sin acuerdos sólidos, sin instituciones internacionales fuertes. Lo que estamos presenciando es el doloroso nacimiento de un nuevo orden mundial… que aún no sabemos en qué consistirá”.
Herminio Sánchez de la Barquera abordó la dimensión estratégica y militar del conflicto. Según explicó, Israel considera que Irán representa una amenaza existencial, particularmente si el régimen iraní llega a poseer armamento nuclear. “Israel está decidido a evitar que Irán se convierta en la décima potencia nuclear. Desde su perspectiva, permitirlo sería poner en riesgo la continuidad misma del Estado israelí”, indicó.
El ataque conjunto de Estados Unidos e Israel a las instalaciones nucleares iraníes tuvo tres objetivos: descabezar a la cúpula militar iraní, destruir capacidades ofensivas y defensivas, y debilitar políticamente al régimen. Sin embargo, advirtió que lejos de desincentivar el programa nuclear iraní, este ataque podría reforzar entre los iraníes la idea de que solo la bomba atómica puede protegerlos. “El daño colateral es la convicción de que si no tienen la bomba, seguirán siendo vulnerables, como lo demuestra el caso de Corea del Norte”, puntualizó.
Aunque México no es un actor protagonista en esta guerra, los doctores coincidieron en que las repercusiones sí alcanzan al país. En primer lugar, por su creciente dependencia política y económica de Estados Unidos, particularmente bajo una administración Trump. “Estamos constreñidos a obedecer ciegamente a Trump, quien ya ha demostrado que tiene tanto la capacidad como el deseo de lastimar a México cuando le conviene. No podemos decirle no”, alertó Juan Pablo Aranda.
Sánchez de la Barquera advirtió que México es vulnerable por no haber diversificado su comercio exterior, dependiendo en exceso de Estados Unidos. Esta situación se agrava por omisiones internas: “No hemos avanzado en temas de seguridad, ni en políticas ambientales. Se han eliminado programas clave relacionados con el cambio climático y el manejo del agua. ¿De qué sirve firmar compromisos internacionales si no se asigna presupuesto?”, cuestionó.
Además, alertaron que Trump podría usar el discurso de inseguridad para justificar incluso acciones unilaterales en territorio mexicano, como ya lo hizo en Medio Oriente. “Si ya violó la ley en otro país y no pasó nada, ¿qué le impide actuar en la sierra de Sinaloa?”, dijo Sánchez de la Barquera.
En este mismo sentido, Aranda Vargas subrayó que “México históricamente ha descansado en dos pilares económicos: el petróleo y las remesas. Hoy, ambos están comprometidos. Pemex está en crisis estructural y las remesas podrían verse afectadas por medidas restrictivas en Estados Unidos”. Agregó que “el país no tiene margen de maniobra económico ni diplomático; estamos sujetos a los vaivenes de las potencias y dependemos políticamente, en especial, de Estados Unidos”.
Sánchez de la Barquera alertó sobre el riesgo de que México se vea obligado a acatar lineamientos ajenos: “Estamos en una posición de obediencia ciega frente a decisiones tomadas en Washington. El país no ha diversificado sus mercados como Brasil, y esta dependencia nos vuelve más vulnerables”.
En sus reflexiones finales, los catedráticos advirtieron que el conflicto entre Israel e Irán no solo es político, sino también ideológico y religioso. “Estamos viendo una perversión de la religión, tanto en el Islam como en el cristianismo; ya no son puentes de paz, sino herramientas de poder”, sentenció Aranda Vargas. Añadió que “regresamos a una lógica primitiva de eliminar al enemigo para sobrevivir, cuando deberíamos estar construyendo puentes de coexistencia”.
Sánchez de la Barquera, por su parte, subrayó el resurgimiento de los regímenes autoritarios y la falta de reacción de las democracias. “Europa se durmió bajo la protección de Estados Unidos durante 30 años. Hoy lo paga caro. Y ahora nos vemos en manos de personajes impredecibles como Trump, Putin o Netanyahu, con narrativas peligrosas que son respaldadas por millones de votantes”, dijo.